Vive la experiencia de un taller real de espadrilles en Barcelona, conoce a artesanos locales que te guían en cada puntada (aunque no tengas experiencia), elige colores y estilos, disfruta de cava mientras trabajas y sal con un par hecho por ti mismo. Es práctico, relajado y a veces un poco desordenado — pero eso es lo que lo hace inolvidable.
Lo primero que me llamó la atención fue el olor: una mezcla dulce y terrosa de cuerda y lona nueva, con algo más que no lograba identificar (quizá pegamento). Apenas entramos al taller en Barcelona, Marta nos llamó a una gran mesa llena de bobinas de hilo de colores y suelas gruesas. Antes de que pudiera decir “hola”, me ofreció una copita de cava, y eso ya puso el ambiente perfecto. Cerca de la ventana, algunos locales charlaban en catalán; uno de ellos, Jordi, sonrió al ver mis zapatos y me dijo: “Hoy harás unos mejores.” Y no se equivocaba.
No soy nada manitas — mi costura se limita a coser botones — pero Marta hizo que todo se sintiera como si estuviéramos entre amigos. Nos contó cómo las espadrilles eran antes cosa de campesinos (“antes de que se pusieran de moda,” bromeó), y nos dejó elegir entre montones de cordones y colores. La parte de coser me llevó más tiempo del que esperaba; mis dedos resbalaban con el hilo grueso de algodón y tuve que deshacer un lado porque parecía hecho por un niño pequeño. Pero Jordi me enseñó un truco con el pulgar y de repente todo encajó. Había algo casi meditativo en el movimiento repetitivo — además, de vez en cuando alguien abría otra botella de cava o pasaba unas aceitunas.
Aprendimos tres formas de atar las espadrilles terminadas (yo elegí el estilo cruzado porque me pareció clásico), y luego todos nos pusimos en fila para las fotos. Sonaba música, no muy alta, y alguien empezó a bailar en la pared de atrás. Mis zapatos se veían… caseros, pero de una manera que me hizo sentir orgulloso. Es curioso: antes había comprado recuerdos, pero nunca hecho uno yo mismo en Barcelona. Todavía pienso en esa tarde cada vez que veo esos zapatos junto a la puerta; ahora huelen un poco a cuerda y cava.
No hay una duración exacta, pero tendrás tiempo para aprender la historia, elegir materiales, hacer tus zapatos y disfrutar de cava y snacks.
Sí, no se necesita experiencia. Los artesanos guían paso a paso a todos los participantes.
Durante la sesión se sirve cava (vino espumoso) y snacks.
Sí, te llevarás tu propio par como recuerdo único de Barcelona.
Sí, el espacio es accesible para sillas de ruedas y apto para cochecitos o carritos de bebé.
Sí, los animales de servicio están permitidos dentro del taller.
No, el transporte no está incluido, pero hay opciones de transporte público cerca.
La experiencia es apta para todos los niveles; los bebés pueden ir en cochecito o carrito.
Tu día incluye todos los materiales para crear tus propias espadrilles personalizadas en un taller auténtico de Barcelona junto a artesanos locales; durante la sesión se sirve cava y snacks, y te llevarás tus zapatos hechos a mano como un recuerdo único.
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