Empiezas el día fuera de Barcelona con una visita temprana al Monasterio de Montserrat, antes de que lleguen las multitudes, acompañado por un guía local que te hace vivir sus historias. Después, catas cava en una bodega familiar y compartes un almuerzo casero entre viñas. Comida auténtica, conversaciones reales y esos ratos tranquilos que te llevas de vuelta a la ciudad.
Lo primero que sentí al bajar del minibús cerca de la montaña de Montserrat fue ese aire fresco de la sierra, no frío, sino ese frescor limpio que se nota antes de que Barcelona despierte. Nuestra guía, Marta, nos dio un par de consejos sobre el café (“aquí pide solo café solo, nada raro”) y nos señaló los picos recortados por la ventanilla. No esperaba estar tan despierto a esas horas. La basílica estaba casi vacía, solo algún monje cruzando en silencio detrás de nosotros. Marta nos contó la historia de La Moreneta — la Virgen Negra — y, la verdad, ver a la gente tocando sus pies con tanta fe me hizo quedarme allí más rato del que pensaba.
Después tuvimos tiempo para explorar por nuestra cuenta. Intenté decir “gràcies” en un puestecito del mercado de agricultores (el quesero me sonrió igual), y acabé mirando el paisaje desde el acantilado mientras sonaba una radio con pop catalán a lo lejos. Es difícil de explicar — estás muy arriba pero no se siente peligroso, más bien como si te abrazara algo antiguo y seguro. No sé si tiene sentido, pero esa sensación me acompañó todo el día.
El camino de vuelta serpenteaba entre viñedos y caminos polvorientos hasta que llegamos a una pequeña bodega, donde Josep, el dueño, nos recibió con una copa de cava nada más bajar. Se rió cuando mi amigo intentó pronunciar “xarel·lo” (yo tampoco lo consigo). Recorremos los viñedos en un 4x4 y luego nos sentamos bajo una higuera para comer: pan con tomate, jamón curado, aceitunas con un sabor mucho más intenso que cualquiera que haya probado en casa. Nadie tenía prisa — la hija de Josep trajo más vino y nos contó sus rincones favoritos de Barcelona (dice que El Born es lo mejor para tapear). A alguien le tocó etiquetar su propia botella; me hubiera gustado, pero la verdad es que solo verlo ya fue divertido.
No dejo de pensar en ese momento de vuelta al bus — el sol en la cara, las manos pegajosas de zumo de uva, sin ganas de mirar el móvil todavía. Si buscas una escapada desde Barcelona que te haga sentir parte de otro lugar por un día, creo que esta es la indicada.
La excursión ocupa todo el día, incluyendo los trayectos desde Barcelona y las visitas tanto al Monasterio de Montserrat como a la bodega de cava.
Sí, el almuerzo casero de la finca está incluido en la bodega familiar de cava.
Recorrerás la basílica y el monasterio del siglo XI con tu guía, y tendrás tiempo libre para caminar o visitar los mercados locales.
Sí, incluye degustación de cava en la bodega, recorrido por los viñedos y explicación del embotellado.
No hay recogida en hotel; el grupo se reúne en un punto céntrico cerca del Barrio Gótico para el traslado privado.
El grupo es pequeño, de 15 personas o menos, para que la experiencia sea más cercana.
Sí, hay opciones vegetarianas y sin gluten (no celíacos) si se avisa con antelación.
Tu guía te mostrará dónde puedes ver a La Moreneta dentro de la basílica de Montserrat.
Tu día incluye transporte privado ida y vuelta desde el centro de Barcelona, entradas a la basílica de Montserrat, guía local en ambos lugares, recorrido en 4x4 por los viñedos de una bodega familiar con cata de cava, y un almuerzo relajado de la finca con vinos regionales antes de regresar cómodamente por la tarde.
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