Disfruta de un paseo en barco por el río Ljubljanica con un guía local, recorre mercados y callejuelas barrocas, prueba el pastel tradicional esloveno en lo alto de la ciudad y vive esos pequeños momentos —como risas en el Puente del Dragón o la miel del mercado— que hacen que esta excursión sea única y personal.
¿Alguna vez te has preguntado cómo se ve Ljubljana desde el agua? Yo no lo había pensado mucho hasta que nuestra guía, Ana, nos invitó a subir a este barco abierto justo al lado del mercado. El aire estaba fresco, no frío, lo justo para notar el aroma a piedra mojada y café que salía de las terrazas junto al río. Éramos unas diez personas, al principio bastante callados, salvo una pareja mayor que no paraba de señalar patos. Ana nos contó historias sobre los puentes, especialmente el Puente del Dragón (que sí, realmente tiene dragones en sus barandillas), y me di cuenta de que nunca había visto una ciudad desde tantos ángulos diferentes. El barco deslizaba bajo arcos bajos; casi podías tocar las paredes cubiertas de musgo si te asomabas. No esperaba sentirme tan conectado con el lugar simplemente flotando ahí.
Cuando desembarcamos, Ana nos guió por calles serpenteantes, pasando por la iglesia franciscana de color rosa y entrando en el casco antiguo barroco, donde todo parecía muy cercano pero a la vez abierto. Un hombre que vendía miel en el Mercado Central me ofreció una cucharadita sin decir palabra. Tenía un sabor intenso y floral; curiosamente perfecto después de tanto aire del río. Paramos en el Ayuntamiento (el Magistrat), donde Ana explicó que aún se celebran bodas allí; se reía al contar que el confeti suele quedarse pegado en los adoquines durante semanas. En algún momento perdí la noción de en qué siglo estábamos porque cada edificio parecía contar su propia historia.
La última parte fue mi favorita: subir a lo que llaman “el rascacielos” — que en realidad es más bien un edificio alto de estilo antiguo, nada que ver con Nueva York, pero igual de especial. El ascensor vibró un poco y cuando salimos arriba, Ljubljana se desplegó a nuestros pies: tejados rojos, colinas verdes que se perdían en la niebla. Alguien pasó unas porciones de potica (un pastel esloveno, dulce y con nueces), y las comimos apoyados en la barandilla mientras intentábamos reconocer los puntos que Ana nos había señalado desde abajo. A veces aún recuerdo esa vista cuando estoy atrapado en el tráfico en casa.
El tour combina paseo en barco y caminata; la duración se detalla al reservar.
Sí, podrás probar el pastel tradicional esloveno durante la experiencia.
El boleto del barco está incluido dentro del paquete del tour.
Sí, hay transporte público disponible cerca de los puntos de encuentro.
Sí, está diseñado para todos los niveles de condición física.
Visitarás la estatua de France Prešeren, la iglesia franciscana, el Mercado Central, el Puente del Dragón, el Ayuntamiento y terminarás en el rascacielos de la ciudad.
Tu día incluye un guía profesional con licencia durante el recorrido por el casco antiguo y el paseo en barco por el río; entradas para el paseo escénico por la Ljubljanica; una parada para probar el tradicional pastel potica; además de muchas historias y vistas de la ciudad —sin costos extra ni sorpresas.
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