Caminarás por tumbas milenarias, visitarás templos tallados en acantilados y escucharás historias que hacen vivir el pasado de Luxor, todo acompañado por un egiptólogo local en cada paso.
Al bajar del coche esa mañana, el aire se sentía seco pero sin ser agobiante, esa brisa suave de Luxor que trae un poco de polvo y un aroma dulce del río. Nuestro guía, Ahmed, nos esperaba justo a la salida del aeropuerto, con un cartelito con mi nombre. Tenía una sonrisa fácil y sabía cómo contar historias en cada parada. Primero, la orilla oeste. El Valle de los Reyes no es solo un nombre de libro, es un laberinto de colinas blanqueadas por el sol que esconden 66 tumbas. Entramos en un par de ellas y, la verdad, los colores en las pinturas aún parecían vivos después de miles de años. Ahmed nos señaló detalles pequeños en las paredes, como una flor de loto azul desvanecida que yo habría pasado por alto. Allí abajo se siente un silencio profundo; casi puedes escuchar tu propia respiración rebotar en la piedra.
Después, nos dirigimos al Templo de Hatshepsut. Está tallado directamente en un acantilado y se nota que es muy distinto a otros templos: mucha simetría y espacios abiertos. Ahmed nos contó que Hatshepsut fue la única mujer faraón de Egipto, y eso hacía que estar allí fuera aún más especial. De regreso, paramos junto a los Colosos de Memnón. Los locales vendían té de menta cerca, y se escuchaba a lo lejos el ruido de un carro tirado por burros. Esos colosos son enormes, cuesta sacar una foto que los capture completos.
Almorzamos en un sitio pequeño junto al Nilo, nada lujoso, pero el pan estaba calentito y el tahini tenía un sabor ahumado que todavía recuerdo. Luego cruzamos a la orilla este para visitar el Templo de Karnak. Es gigantesco, como una ciudad de columnas. Caminando por la Sala Hipóstila, no podía dejar de mirar hacia arriba esos pilares con forma de papiro. Había gente descansando a la sombra, abaniqueándose con sombreros. Terminamos en el Templo de Luxor justo cuando la luz empezaba a dorarse. La arenisca brilla al atardecer, y entiendes por qué llaman a esta ciudad un museo al aire libre. Ahmed se aseguró de que no perdiéramos ningún detalle, incluso nos mostró un rincón donde aún se ven grafitis antiguos hechos por soldados romanos. Al caer la tarde, nos dejó de vuelta en el hotel: cansados, pero asombrados de cuánto historia cabe en un solo día.
¡Claro! El ritmo es flexible y el transporte accesible para sillas de ruedas, ideal para todas las edades. Solo lleva protección solar y calzado cómodo.
Sí, las entradas se pagan solo en libras egipcias en cada sitio. Lo mejor es llevar efectivo para esto.
Sí, puedes seleccionar el idioma que prefieras al reservar, solo avísanos con tiempo.
Te recogemos en cualquier hotel de Luxor, crucero por el Nilo, aeropuerto o estación de tren, solo dinos dónde al reservar.
Tu día incluye almuerzo en restaurante local, transporte privado con aire acondicionado, guía egiptólogo en el idioma elegido, agua embotellada y todos los impuestos y tasas. Nos encargamos de recogerte y dejarte donde estés en Luxor.
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