Estarás justo sobre el ecuador en la Mitad del Mundo, probarás trucos científicos divertidos en el Museo Intiñan y luego observarás colibríes salvajes de cerca en el exuberante bosque nublado de Alambi—todo acompañado por un guía local amable que conoce cada atajo y cada historia.
Lo primero que noté en la Mitad del Mundo fue cómo todos se detenían—solo por un segundo—justo sobre esa línea amarilla, medio sonriendo, medio preguntándose si realmente sentirían algo distinto al estar en ambos hemisferios. Nuestro guía, Andrés, nos hizo intentar equilibrar un huevo sobre un clavo (más difícil de lo que parece) y nos mostró cómo el agua gira diferente a solo unos pasos de distancia. El sol picaba, pero sin ser demasiado fuerte, y se percibía un leve aroma a maíz asado que venía de un puesto cercano. Me tomé una foto con un pie en el norte y otro en el sur—un poco cursi, pero la verdad, bastante genial.
Más tarde, en el Museo Solar Intiñan, la experiencia fue aún más práctica. Había exhibiciones sobre las culturas indígenas de Ecuador—pequeñas cabezas reducidas tras un cristal, instrumentos musicales antiguos que podías tocar. Andrés nos explicó cómo la gente de aquí usaba el sol para medir el tiempo mucho antes de que existieran los relojes. Los experimentos del museo son famosos; todavía no puedo creer lo livianos que sentí mis brazos cuando intenté levantarlos justo sobre la línea del ecuador.
Después del almuerzo (comimos empanadas en un café a la orilla de la carretera llamado “El Sol”), nos dirigimos a la Reserva Alambi. El aire cambió en cuanto salimos de Quito—más fresco, húmedo, con ese olor a tierra que solo se siente en los bosques nublados. En Alambi, los colibríes volaban por todos lados—destellos diminutos de verde y violeta que se movían rápido alrededor de los comederos. Hicimos una caminata corta entre la densa vegetación mientras nuestro anfitrión señalaba orquídeas y nos contaba cómo protegen este rincón del bosque. No se escucha nada más que pájaros y, si prestas atención, el murmullo lejano de un río. Ya entrada la tarde regresamos a Quito, cansados pero felices—y con demasiadas fotos de colibríes.
¡Sí! Es de ritmo tranquilo y accesible para sillas de ruedas. A los niños les encantan los experimentos científicos en Intiñan y a todos les divierte ver colibríes.
La excursión suele durar casi todo el día—estarás de vuelta en Quito a última hora de la tarde o temprano en la noche, según el tráfico.
Solo zapatos cómodos y quizá una chaqueta ligera—el bosque nublado puede estar fresco o con neblina. Todo lo demás está incluido.
Tu transporte privado te recoge en Quito y cubre todas las entradas al Museo Intiñan y la Reserva Alambi. Un guía de habla inglesa te acompaña todo el día para responder preguntas o compartir historias durante el recorrido.
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