Deja atrás Quito por un día para avistar cóndores salvajes sobre los paisajes dramáticos de Antisana con un guía local. Desde comprar snacks en Pintag hasta compartir almuerzo junto a picos nevados y ver colibríes volar cerca, esta excursión te conecta con la fauna de Ecuador de una forma inolvidable.
La mañana empezó casi perdiendo el desvío hacia Pintag — nuestro conductor, Andrés, se rió y dijo que a todos les pasa la primera vez. El pueblo es tranquilo, casi dormido, pero paramos en una tiendita para comprar algo de picar (yo cogí algo que parecía pan, pero estaba relleno de queso — nada que reprochar). El aire ya se sentía más liviano que al que estoy acostumbrado, y flotaba un leve olor a leña quemada. Pensé: esto ya no es vida de ciudad, sin duda.
Al acercarnos a la Reserva Ecológica Antisana, el guía señaló el cañón de Isco. No dejaba de mirar al cielo y de repente se quedó callado en medio de una frase — “¡Cóndor!” susurró. Todos estiramos el cuello y ahí estaba, planeando muy alto como si fuera el dueño del lugar. Es difícil explicar lo silencioso que se sentía todo en ese instante, solo el viento y algunos cantos lejanos de aves. Intenté tomar una foto, pero la verdad no le hizo justicia. La clave aquí es “avistar cóndores” — no es seguro, pero cuando ves uno, la emoción es única.
Después seguimos adentrándonos en el páramo — caminos llenos de baches, matas de pasto por todos lados y esas pequeñas flores moradas asomando entre el musgo. Andrés nos contó sobre otras aves (solo recordé la mitad de sus nombres) y en un momento me pasó sus binoculares para que viera un caracara picoteando algo a lo lejos. El almuerzo fue sencillo pero reconfortante — sopa y arroz con pollo — lo comimos afuera mientras veíamos cómo las nubes cubrían la cima nevada del volcán Antisana. Tenía las manos frías pero la cara me ardía; el clima ecuatoriano es así de loco.
Antes de regresar a Quito, paramos en unos comederos para colibríes escondidos detrás de una pequeña cabaña. Se veían destellos verdes y rojos por todos lados — se mueven tan rápido que casi dudas si los viste. Alguien derramó café en su chaqueta (esta vez no fui yo), y eso hizo que todos nos rieramos más de lo normal. En el camino de vuelta no dejaba de pensar en ese momento silencioso con el cóndor sobre nosotros; todavía me pone la piel de gallina.
Sí, la recogida y regreso al hotel en Quito están incluidos.
El viaje desde Quito a la reserva de Antisana, con parada en Pintag, dura entre 1 y 1.5 horas por trayecto.
No es seguro porque los cóndores son animales salvajes, pero el guía te ayudará a localizarlos si es posible.
Sí, el almuerzo está incluido durante la visita a la reserva Antisana.
Se recomienda tener un nivel físico moderado por la altitud y el terreno irregular.
Sí, las entradas a ambos lugares están cubiertas en el tour.
No se recomienda para embarazadas debido a la altitud y el terreno.
Sí, hay opciones de transporte público cerca del punto de partida en Quito.
Tu día incluye recogida y regreso al hotel en Quito, todas las entradas a Tambo Cóndor y la Reserva Ecológica Antisana, guía naturalista bilingüe durante todo el recorrido, además de almuerzo dentro de la reserva antes de regresar juntos.
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