Verás Quito desde lo alto en El Panecillo, recorrerás plazas e iglesias con siglos de historia, probarás chocolate local en La Ronda y escucharás historias auténticas de un guía local. Este tour privado combina los grandes atractivos con esos detalles que no descubrirías solo.
Las nubes estaban bajas sobre Quito cuando salimos, pero la ciudad vibraba con vida—bocinas sonando, vendedores anunciándose en la Plaza Grande. Nuestro guía, Andrés, nos esperaba en el lobby del hotel. Tenía esa habilidad de contar historias mezclando datos, sin que pareciera una clase aburrida. Primera parada: El Panecillo. El camino subía por calles angostas y de repente toda la ciudad se desplegaba a nuestros pies. La estatua de la Virgen es más grande de lo que parece en las fotos—los locales dicen que cuida el casco antiguo. Allí arriba se siente el aroma a choclo asado de un pequeño puesto (no pude resistirme y compré un poco, salado y calentito en mis manos). Incluso en un día nublado, si tienes suerte, puedes ver el volcán Cotopaxi asomando entre las nubes.
De vuelta en el centro histórico, entramos a la Basílica del Voto Nacional. Los vitrales llenan el interior de colores—adentro es más tranquilo de lo que imaginaba. Andrés nos mostró las gárgolas con forma de iguanas y tortugas (un toque ecuatoriano al estilo gótico). Esta vez no subimos a las torres, pero si no temes a las alturas, vale la pena por las vistas. Pasear por la Plaza de la Independencia fue como entrar en un cuadro: músicos callejeros tocando flautas andinas, niños persiguiendo palomas cerca del monumento a los héroes de la independencia. El Palacio de Gobierno está justo ahí, con guardias vestidos de azul en la entrada.
La Ronda queda a solo unas cuadras pero parece otro mundo. Calles empedradas bordeadas de casas antiguas pintadas de amarillo y azul. Los viernes por la noche se llena de locales tomando canelazo (bebida de canela con aguardiente), pero de día es más tranquilo—se escucha a alguien tocando guitarra tras una ventana abierta. Paramos a probar chocolate en una tiendita; el dueño nos dejó degustar barras con 70% de cacao hechas cerca. La Iglesia de la Compañía es un derroche de pan de oro por dentro—casi abrumadora—y la Iglesia de San Francisco se siente milenaria, llena de ecos y olor a vela. También me gustó la plaza de Santo Domingo; siempre hay alguien vendiendo jugo fresco de guayaba en la esquina.
¡Sí! El ritmo es tranquilo y hay transporte entre las paradas principales. Se camina un poco por calles empedradas, pero nada agotador.
Lo mejor es vestirse en capas—el clima en Quito cambia rápido. Lleva una chaqueta ligera o suéter y zapatos cómodos para caminar.
La entrada a la Basílica está incluida. Otras iglesias pueden tener un pequeño costo o donación sugerida si quieres entrar a zonas más profundas.
¡Claro! En cada parada hay tiempo para fotos o comprar souvenirs—solo avisa a tu guía si quieres quedarte más tiempo en algún lugar.
El tour incluye recogida y regreso al hotel en Quito, entrada a la Basílica, transporte privado con guía certificado en inglés o español, y una degustación de chocolate en La Ronda. Solo necesitas traer tu curiosidad—y algo de efectivo para snacks o recuerdos.
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