Cambiarás el ruido de la ciudad por el aire de montaña y las cálidas piscinas minerales en el Spa Termas de Papallacta. Es una escapada sencilla con transporte privado y un guía amable—perfecta para relajarte o simplemente disfrutar de la tranquilidad.
El camino fuera de Quito se vuelve silencioso rápidamente: un minuto esquivando buses urbanos, al siguiente serpenteando entre colinas cubiertas de niebla. Nuestro guía, Andrés, señalaba el bosque nuboso que se desplegaba tras la ventana. El aire se sentía más fresco aquí arriba, casi cortante, y se percibía el aroma a eucalipto cuando nos acercábamos a Papallacta. Había escuchado sobre estas aguas termales de un amigo local que las recomienda después de largas caminatas.
En el Spa Termas de Papallacta, el vapor se eleva sobre las piscinas incluso en las mañanas frías. Primero metimos los pies—calientes pero sin exagerar—y simplemente dejamos que el calor nos envolviera. Hay una calma extraña que se apodera de todos; hasta los niños chapoteando cerca parecen más tranquilos de lo habitual. Noté un pequeño café junto a la entrada que vendía empanadas de queso fresco (prueba una si te da hambre). Nuestro guía explicó que el agua mineral proviene directamente de fuentes volcánicas subterráneas—sin olor a cloro, solo ese aroma terroso que solo se encuentra en los Andes.
Sí, el transporte y las instalaciones son accesibles para sillas de ruedas. Indícanos tus necesidades al reservar.
¡Por supuesto! Los niños pueden ir en cochecito o carriola, y las familias son bienvenidas en el spa.
Tendrás tiempo suficiente para relajarte en las piscinas—normalmente varias horas antes de regresar a Quito.
Tu día incluye transporte privado desde Quito, un guía de habla inglesa que conoce todos los secretos locales y la entrada completa al Spa Termas de Papallacta. Solo trae tu traje de baño y curiosidad—nosotros nos encargamos del resto.
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