Verás monos y loros en un refugio de animales, remarás río abajo en canoa, caminarás por la exuberante selva hasta una cascada escondida y te refrescarás con un baño. Es la auténtica vida amazónica condensada en un solo día.
Botas puestas, poncho listo—a las 9 de la mañana ya estábamos subiendo a la camioneta frente a la oficina, con todo el equipo en mano. Hay un aroma terroso en el aire aquí, especialmente después de la lluvia de anoche. Nuestro guía, Miguel, repartió botas de goma y se aseguró de que todos tuviéramos agua antes de partir. El camino fuera del pueblo fue tranquilo, salvo por algún gallo y un par de perros callejeros somnolientos. Tras aproximadamente una hora, paramos en un mirador donde Miguel nos contó historias sobre las comunidades Kichwa y señaló la dirección donde los Andes se ocultaban tras nubes bajas.
La siguiente parada fue el refugio de animales cerca de Puyo—un verdadero punto culminante si te gusta la vida silvestre. Vimos a un par de monos lanudos pelearse por una fruta mientras un tucán nos observaba desde lo alto. El lugar no es lujoso, pero te acercas a animales que nunca verías en casa—tapirs, loros, incluso una boa dormilona acurrucada en su rincón. Después de media hora más o menos, nos adentramos aún más en el verde hasta que el camino terminó en la orilla del río. Aquí empezó la diversión: subimos a una canoa de madera para un paseo de 20 minutos por el río Puyo. El agua era marrón pero tranquila, con martines pescadores que pasaban volando y niños saludando desde las orillas embarradas.
El almuerzo llegó justo cuando mi estómago empezó a rugir—un plato sencillo de pollo con arroz en un lodge junto al río (también hay opción vegetariana). Después de comer, caminamos más profundo en la selva. El sendero estaba embarrado en algunos tramos y Miguel se detenía para mostrarnos plantas de jengibre silvestre y pequeñas ranas escondidas bajo las hojas. Tardamos alrededor de una hora y media en llegar a la cascada. El rocío frío me golpeó la cara antes de que pudiera verla—la mayoría nos lanzamos a nadar mientras otros se sentaban en las rocas escuchando el canto de las cigarras y aves lejanas. Al caer la tarde, con las botas embarradas pero el ánimo en alto, regresamos hacia el pueblo.
¡Sí! Las familias suelen acompañarnos—solo avísanos si necesitas asientos para bebés o tienes requerimientos para cochecitos.
Lleva ropa cómoda que pueda mojarse o ensuciarse, protector solar, repelente de insectos y tu cámara. Nosotros proporcionamos botas y ponchos.
Por supuesto—solo menciona tus necesidades dietéticas al reservar para que podamos preparar tu almuerzo acorde.
La excursión se realiza con grupos de 2 a 6 personas para una experiencia más personalizada.
Tu día incluye transporte con aire acondicionado, botas de goma para los senderos embarrados, poncho de plástico por si llueve (que suele pasar), agua embotellada durante el recorrido y almuerzo en un lodge junto al río. Nuestro guía siempre está disponible para ayudarte o responder preguntas sobre plantas y animales locales.
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