Si quieres experimentar la cultura ecuatoriana más allá de Quito, esta excursión te ofrece momentos auténticos con la comida, las artesanías y las tradiciones locales en Otavalo y sus alrededores, todo guiado por expertos que conocen estos lugares al detalle.
El día comenzó temprano: nuestro guía nos recogió en el hotel justo a las 8 de la mañana, cuando la ciudad apenas despertaba. Dejamos atrás Quito y pronto nos vimos serpenteando por valles verdes rumbo a Guayllabamba. El aire se sentía más fresco aquí, y en un puesto a la orilla del camino probamos chirimoya por primera vez: dulce y cremosa, nada que ver con lo que uno encuentra en casa. Había aguacates del tamaño de mi mano y limones que olían casi a flores.
De regreso en la Panamericana, hicimos una parada rápida en el Reloj Solar de Quitsato. Un guía local nos explicó cómo este lugar marca la latitud cero, justo en el Ecuador. Nos mostró cómo los antiguos pueblos Kitu usaban el sol para seguir las estaciones. A lo lejos se veían volcanes; la cima nevada del Cotopaxi asomaba entre algunas nubes.
Luego llegamos al pueblo de Cayambe. Entramos en una pequeña panadería donde salían del horno biscochos crujientes y mantecosos, ideales para comer calientes con queso fresco y un toque de dulce de leche. También me tomé una taza de chocolate caliente; perfecta para la mañana fresca.
Antes de llegar a Otavalo, paramos en el Lago San Pablo para tomar fotos: el agua estaba tranquila y los locales montaban sus puestos de artesanías a la orilla. Compré una pulsera tejida a mano de una mujer llamada Rosa, quien me contó que las hace desde niña.
El corazón de nuestro viaje fue la Plaza de los Ponchos en Otavalo. Aunque era día entre semana, el lugar vibraba de color: filas de ponchos, montones de pinturas, joyería de plata brillando al sol. Nuestro guía nos señaló cuáles puestos eran de familias que han tejido aquí por generaciones. Para almorzar, nos llevó a un pequeño local cercano: sin menú, solo lo fresco del día (probé locro y pollo a la parrilla).
Terminamos en La Casa de los Instrumentos, donde José Fichamba nos mostró cómo fabrica flautas de pan a mano; incluso tocó una melodía que resonó en todo su taller. La última parada fue una galería de telas indígenas, donde vimos cómo se hacen tintes naturales con plantas y aprendimos cómo esos colores vibrantes llegan a los famosos textiles de Otavalo. A las 6 de la tarde estábamos de vuelta en Quito, cansados pero felices de haber vivido mucho más que un simple mercado.
¡Sí! Todo el transporte y las paradas son accesibles para sillas de ruedas, incluyendo baños y caminos en las principales atracciones.
La Plaza de los Ponchos está abierta todos los días, pero los sábados es cuando más gente hay y hay vendedores adicionales.
No, las comidas no están incluidas, pero tu guía te recomendará excelentes lugares locales para almorzar; pagas directamente allí.
El viaje dura aproximadamente dos horas por trayecto, dependiendo del tráfico y las paradas en el camino.
Tu día incluye un guía nacional experto durante todo el recorrido, degustaciones de frutas tropicales en Guayllabamba y biscochos frescos de Cayambe con queso o dulce de leche, todas las entradas cubiertas, además de transporte cómodo con aire acondicionado puerta a puerta desde tu hotel.
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