Recorrerás senderos embarrados con un guía local, cruzarás puentes colgantes que se mecen en lo alto del dosel y te refrescarás nadando bajo una cascada en Parque Rainmaker. Prepárate para risas, avistamientos de fauna (si tienes suerte) y ese aire puro de selva que se queda pegado a la ropa.
Lo primero que recuerdo es el sonido, pero no de pájaros ni monos, sino de mis propios zapatos chapoteando en el barro húmedo. Me imaginaba algo más silencioso, con el típico “sonido de la selva”, pero esto era la vida real: calcetines mojados, un poco de sudor, y nuestro guía Marco sonriendo mientras señalaba una pequeña rana azul en una hoja. “Dardo venenoso”, dijo, como si fuera un día cualquiera. Intenté tomarle una foto pero terminé con mi dedo en la imagen. Aun así, había algo en la luz que se colaba entre tanto verde — ¿sabes esa sensación cuando parece que el aire mismo está vivo?
Caminar por esos puentes colgantes en Parque Rainmaker es una mezcla extraña de nervios y asombro (si tienes un poco de miedo a las alturas, tus rodillas lo notarán). Los puentes se mueven justo lo suficiente para recordarte que estás allá arriba — muy por encima de todo, mirando raíces enredadas y agua corriendo abajo. Marco nos contó que los construyeron para molestar lo menos posible a los árboles; se le notaba orgulloso, y eso me hizo prestar atención de otra manera. En un momento nos detuvimos como una eternidad mientras señalaba un pájaro cuyo nombre ya olvidé (perdón Marco), pero sí recuerdo cómo su canto resonaba en la copa de los árboles.
No esperaba que el río fuera tan claro ni tan frío — después de tanto calor pegajoso, meterse en la poza bajo la cascada fue un choque. De esos momentos en los que todos se quedan en silencio porque el frío te deja sin palabras. Había peces nadando entre mis dedos y la luz del sol bailando sobre las piedras; a veces aún recuerdo esa sensación cuando estoy atrapado en el tráfico en casa. Nos secamos sobre piedras calientes mientras Marco pasaba unas frutas que había traído (ni idea cómo se llaman — dulces y raras).
El recorrido suele durar medio día, incluyendo caminatas y paradas para ver animales y nadar.
Sí, el transporte privado con recogida está incluido en la reserva.
Sí, los niños pueden unirse, pero deben ir acompañados por un adulto.
Sí, al final del recorrido hay pozas naturales bajo cascadas donde puedes darte un chapuzón.
No, se recomienda tener buena condición física debido a senderos irregulares y cruces por puentes.
Con ayuda del guía, podrás avistar aves, insectos, ranas y otros animales de la selva.
El sistema de canopy tiene seis puentes colgantes que suman 250 metros de longitud.
Tu día incluye transporte privado desde tu hotel hasta Parque Rainmaker y regreso; todas las entradas y tasas están cubiertas; además contarás con un guía local que te llevará por senderos y puentes colgantes antes de terminar con tiempo para nadar en una poza bajo la cascada.
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?