Recorre senderos sombreados con un guía local que conoce cada ruido—verás monos saltando arriba, perezosos dormilones en las alturas y hasta murciélagos o ranas diminutas si tienes suerte. El ritmo es tranquilo, con tiempo para preguntar o simplemente escuchar el canto de las aves antes de acabar el día relajado en la cálida arena de Manuel Antonio.
Alguien señala hacia lo alto entre el enredo verde y yo entrecierro los ojos intentando ver lo que nuestro guía, Daniel, ya detectó: un perezoso acurrucado tan apretado que parece parte del árbol. Me pasa el telescopio (más pesado de lo que imaginaba) y de repente ahí está ella, moviendo la nariz despacio. El aire huele a hojas mojadas y a algo dulce que no logro identificar. Más adelante, un grupo de niños del colegio se ríe cuando un mono capuchino deja caer lo que parece la mitad de un mango justo a sus pies. Daniel sonríe y dice que esos son “los verdaderos locales”.
No esperaba interesarme tanto por ranas pequeñas o murciélagos dormidos bajo las hojas, pero aquí estamos. Cada pocos minutos alguien susurra o señala y todos nos quedamos quietos; a veces es solo el canto de un ave que resuena entre los árboles (¿uno sonó casi electrónico?), otras veces un venado que aparece por un instante antes de desaparecer. El sendero es fácil para cualquiera; vimos una familia con cochecito detrás y avanzaban sin problema. En un momento Daniel intentó enseñarnos los nombres en español de algunas aves—Li se rió cuando intenté decir “motmot”. Seguro lo dije fatal.
¿Lo mejor? Después de tanto caminar despacio y mirar entre las sombras, llegas a un claro donde el bosque se abre directo a la arena. No es silencioso—el mar suena más fuerte de lo que imaginas—pero todos se dispersan, se quitan los zapatos, con snacks en mano (nos dieron fruta). Algunos se lanzaron directo al agua; yo me senté a ver cómo dos iguanas se perseguían por un tronco. Pero sigo pensando en ese perezoso—sabes cuando ves algo pequeño que se queda contigo?
El paseo guiado dura unas 2 horas, seguido de tiempo libre en la playa.
Sí, durante la visita te ofrecen snacks.
Incluye vehículo con aire acondicionado para recogida y traslado.
Sí, bebés y niños pequeños pueden unirse—el tour es apto para cochecitos.
Todos los caminos y áreas de este tour son accesibles para sillas de ruedas.
Tu guía te ayudará a encontrar perezosos, monos, aves, reptiles, ranas y más usando un telescopio.
No hace falta—el guía proporciona un telescopio para ver de cerca a los animales.
Tu día incluye recogida en vehículo con aire acondicionado desde puntos cercanos, entrada al Parque Nacional Manuel Antonio con un guía experto local, uso de telescopio para observar la fauna (y tomar fotos si quieres), además de snacks durante el recorrido antes de relajarte en la playa o explorar más senderos por tu cuenta.
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