Recorrerás senderos de selva con un guía naturalista que descubre animales que pasarías por alto solo — perezosos, monos, y hasta esas pequeñas ranas rojas — antes de llegar a la playa de Manuel Antonio para nadar o simplemente relajarte con los pies en la arena. Risas, historias locales y momentos que querrás guardar mucho después de dejar Costa Rica.
Dejamos el asfalto atrás y nos adentramos en el silencio verde de Manuel Antonio, con las hojas secas crujendo bajo nuestros pies y ese olor a lluvia que aún no había caído. Nuestro guía, Diego, sonrió mientras preparaba su telescopio: “Esperen aquí”, susurró, y de repente todos estábamos mirando a un perezoso que parecía reflejar cómo me siento los lunes. La selva no estaba en silencio; un zumbido bajo de insectos y, arriba, un par de monos capuchinos discutiendo algo que solo ellos entendían. Intenté sacar una foto por el telescopio, pero solo capté mi reflejo — Diego se rió y me enseñó cómo hacerlo bien.
El ritmo era tan tranquilo que no sentí prisa (la verdad, podría haberme quedado horas bajo esos árboles). Diego nos señaló unas pequeñas ranas rojas — que jamás habría visto solo — y nos contó la historia del parque en una mezcla de español e inglés que hacía todo más real. En un momento paramos a beber agua cerca de un grupo de turistas que observaban una iguana tomando el sol; un niño la llamó “Godzilla” y eso sacó sonrisas a todos. El aire estaba denso, pero no incómodo — simplemente lleno de vida.
Después de recorrer el sendero que parecía durar tanto como nada, llegamos a la playa de Manuel Antonio. La arena era tan clara que casi me dolían los ojos tras la sombra del bosque. La gente nadaba o descansaba en la orilla; yo me quedé un rato dejando que mis dedos se hundieran en la arena y escuchando las olas. Hay algo especial en terminar una excursión desde Quepos o incluso desde San José con los pies en el agua — a veces aún recuerdo esa vista cuando estoy atrapado en la oficina. Si vas, no olvides comprar tu entrada al parque antes (Diego nos lo recordó dos veces) o te quedarás afuera con solo snacks de supermercado para hacer compañía.
La caminata dura entre 2 y 3 horas, según el ritmo del grupo.
Sí, la entrada no está incluida; cómprala antes de llegar.
Sí, es para todos los niveles y accesible para cochecitos o sillas de ruedas.
El punto de encuentro es en el supermercado justo afuera de la entrada principal de Manuel Antonio.
No hay garantías, pero los guías usan telescopios para ayudarte a ver monos y perezosos.
No, no incluye almuerzo; lleva snacks si quieres energía extra antes de la playa.
Sí, terminas en la playa donde puedes nadar o relajarte todo el tiempo que quieras.
Tu día guiado incluye seguro durante toda la visita, uso de un telescopio HD para ver bien a los perezosos, un álbum de fotos recuerdo de la fauna local de Manuel Antonio, además de historias y avistamientos con un naturalista bilingüe certificado, y tiempo para disfrutar en la playa antes de regresar por los mismos senderos.
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