Camina entre animales rescatados en el santuario de Costa Rica, aplasta hojas fragantes en un jardín botánico con tu guía y aprende a hacer café y chocolate en una casa tradicional. Risas, aromas naturales, nuevos sabores y alguna que otra historia para llevarte a casa.
Bajamos del pequeño shuttle y nos recibió un coro de pájaros, mucho más fuerte de lo que esperaba. Nuestra guía, Sofía, nos llamó con una sonrisa y empezó a contarnos sobre el santuario de animales antes de que cruzáramos la entrada. Señaló un tucán (casi no lo veo, esos colores son increíbles en persona) y luego caminamos despacio junto a los recintos donde perezosos rescatados nos miraban como si aún estuvieran medio dormidos. El aire olía a verde, si eso tiene sentido: hojas húmedas, tal vez alguna fruta fermentándose dulcemente cerca.
Después de los animales, Sofía nos llevó por un sendero hacia el jardín botánico. Hubo un momento en que me dio una hoja para aplastar entre los dedos — una planta medicinal que su abuela usaba para los dolores de cabeza. Mis manos quedaron oliendo a tierra y a algo intenso por horas. Pasamos bajo árboles de plátano y ella señalaba cosas que yo ni habría notado: orquídeas diminutas aferradas a las ramas, una fila de hormigas cargando algo más grande que ellas. En un momento intenté pronunciar “guapinol” (un tipo de árbol), pero lo arruiné totalmente; Sofía se rió y dijo que tenía el espíritu para intentarlo.
La casa tradicional estaba justo en medio de todo ese verde. Pudimos exprimir caña de azúcar a mano (¡pegajoso!) y probar café recién tostado en un fuego de leña ahí mismo. La parte del chocolate… no sé si volveré a probar algo igual. Estaba tibio y con textura, nada que ver con lo que venden en tiendas. Mientras tanto, niños de otro grupo corrían afuera y nosotros escuchábamos historias sobre cómo estas plantas han formado parte de la vida diaria aquí — no solo para turistas, sino para las abuelas de todos.
No esperaba sentirme tan conectado con Costa Rica al final del día — tal vez fueron las historias de Sofía o lo cerca que parecía todo. De regreso por el santuario, uno de los loros imitó la risa de alguien (menos mal que no fue la mía). Ese sonido se me quedó más tiempo del que imaginé.
Sí, pueden participar bebés y niños pequeños; se permiten cochecitos.
Sí, todas las opciones de transporte son accesibles para sillas de ruedas.
No hay un tiempo exacto, pero se combina con otras actividades para una experiencia completa.
Sí, el personal habla inglés y español y está encantado de compartir información en ambos idiomas.
Sí, participarás en actividades prácticas con caña de azúcar, café y chocolate en la casa tradicional.
Plantas medicinales, árboles frutales, flores y aprenderás sus usos gracias a tu guía.
Sí, hay opciones de transporte público cerca para un acceso fácil.
Tu día incluye un guía bilingüe en persona que te llevará por el santuario de animales de Costa Rica, la experiencia en la casa tradicional con prensado manual de caña de azúcar y talleres de café y chocolate dentro del jardín botánico — todo accesible en transporte público o vehículos adaptados si es necesario.
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