Disfruta de fresas con crema y tomate de árbol por la mañana, sube la Piedra del Peñol para vistas increíbles, navega el embalse con almuerzo a bordo, y pasea por las calles coloridas de Guatapé probando pasteles y quesos locales antes de volver a Medellín—lleno de historias y sabores.
No esperaba que mi primer recuerdo real de Guatapé fueran fresas con crema, pero ahí estábamos—en el parque del pueblo justo después del amanecer, disfrutándolas mientras observábamos a la gente. Nuestro guía, Andrés, tenía esa habilidad para relajar a todos (bromeaba diciendo que su “cara de desayuno” era mejor que su “cara de escalada”). Mojamos pan extra en chocolate caliente en un lugarcito llamado Casa Colombia—una experiencia que parecía sacada de la rutina local. El aire olía dulce pero también a tierra mojada por la lluvia de la noche anterior. Probé por primera vez el tomate de árbol—ácido y sorprendentemente rico.
La subida a la Piedra del Peñol no es cualquier cosa—casi 750 escalones. Dejé de contar alrededor de los 200 porque un niño a mi lado me estaba ganando y fingí no importarme (pero sí). La vista desde arriba no es solo agua e islas, es un mosaico de verdes y azules que te invita a quedarte en silencio un rato. Una brisa fresca hacía que todo se sintiera renovado. La bajada fue más fácil (la gravedad ayuda), y luego nos subimos a un bote para un paseo tranquilo por el embalse. El almuerzo llegó envuelto en hoja de plátano—una especie de carne fría que sabía mucho mejor de lo que parecía. Alguien puso música suave desde su celular; encajaba perfecto.
Después recorrimos el mismo Guatapé—sombrillas colgadas en el aire, paredes pintadas de todos los colores que puedas imaginar. Me distraje en una tienda que vendía pequeños zócalos de madera (esas decoraciones que ves por todos lados). Andrés nos señaló su panadería favorita para probar los pasteles solterita; probé uno y terminé con azúcar en polvo por toda la camisa. El tiempo libre fue para perderme un rato por mi cuenta—me gustó que nadie nos apurara ni estuviera encima.
El último bocado fue un queso llamado “7 cueros”—suave, salado y adictivo. De regreso a Medellín, no dejaba de pensar en lo lleno que me sentía (en todos los sentidos). No solo por la comida, sino por todos esos pequeños momentos que se van acumulando—como probar algo nuevo o escuchar la risa de alguien rebotando en las escaleras de piedra. Es difícil explicarlo hasta que lo vives.
Son casi 750 escalones para llegar a la cima de la Piedra del Peñol.
Sí, el almuerzo está incluido y se sirve durante el paseo en barco por el embalse.
Probarás fresas con crema, tomate de árbol, pan con chocolate caliente, carne fría envuelta en hoja de plátano para el almuerzo, pastel solterita y queso 7 cueros.
El tour incluye transporte desde Medellín, pero verifica si ofrecen recogida en hotel al reservar.
Sí, hay tiempo libre para explorar las calles y tiendas de Guatapé a tu ritmo.
El tour es apto para todos los niveles físicos y los bebés pueden ir si van en brazos o en cochecito.
La subida suele tomar entre 15 y 30 minutos, según tu ritmo.
Sí, un guía local te acompaña durante toda la experiencia.
Tu día incluye transporte ida y vuelta desde Medellín, todas las degustaciones como fresas con crema y tomate de árbol por la mañana, entrada para subir la Piedra del Peñol, un relajante paseo en barco por el embalse con almuerzo a bordo, paradas en las coloridas calles de Guatapé incluyendo la Calle de las Sombrillas, tiempo para explorar tiendas o tomar fotos, y termina con pasteles y queso local antes de regresar.
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