En este tour probarás los sabores auténticos de Cartagena: snacks artesanales hechos por locales, historias detrás de cada bocado y rincones escondidos que pocos turistas conocen. Si quieres comer como un local y sentir el pulso real de la ciudad, este paseo es para ti.
Lo primero que me atrapó fue el aroma: arepas fritas y dulce de coco flotando en el aire mientras nos abríamos paso entre los puestos de frutas cerca de La Puerta del Reloj. Nuestra guía, Julie, nos llamó hacia un pequeño puesto escondido bajo los arcos del Portal de los Dulces. La vendedora nos ofreció cocadas masticables y bolitas de tamarindo, pegajosas y ácidas, mientras los niños corrían entre nuestras piernas persiguiendo palomas. Apenas eran las 10 de la mañana, pero ya hacía suficiente calor para que la camiseta se me pegara a la espalda.
Luego nos adentramos en la Plaza de San Diego. Los locales descansaban en bancos a la sombra, tomando tinto en vasos de plástico. Julie señaló a una mujer vendiendo carimañolas—lleva años aquí, según nos contó, y sus empanadas de yuca rellenas con carne picante no las encuentras en ningún restaurante. Le di un mordisco y casi me quemo la lengua; valió totalmente la pena. La plaza se sentía tranquila comparada con el bullicio fuera de las murallas—solo algunos artistas montando sus caballetes y unos viejos discutiendo de béisbol.
La Iglesia de Santo Domingo se alzaba frente a nosotros, con sus paredes amarillas desgastadas por el sol y el aire del mar. Justo enfrente está “La Gorda Gertrudis” de Botero en bronce—la gente la toca para atraer suerte (yo también lo hice). Cerca, músicos tocaban vallenato, y el sonido del acordeón se mezclaba con el chisporroteo de un carrito de empanadas. Julie nos explicó cómo cada snack tiene raíces en distintas regiones de Colombia, con recetas que se han pasado de generación en generación.
Cuando llegamos a la Plaza Bolívar, ya había perdido la cuenta de todo lo que había probado—obleas rellenas de arequipe, bolitas de queso fritas, hasta un vaso de jugo de corozo helado que me dejó los labios rosados. La plaza vibraba con familias y artistas callejeros; alguien me ofreció un vasito de chicha para probar (es más fuerte de lo que parece). Terminamos en la plaza de San Pedro Claver, rodeados de esculturas de metal hechas con chatarra—Julie dijo que son obra de Edgardo Carmona—y vimos cómo los vendedores recogían todo para la siesta.
Hay varias opciones vegetarianas en el recorrido, como arepas de queso y dulces de coco. Cuéntanos tus preferencias para que te las señalemos durante el tour.
El paseo cubre unos 2 km por calles mayormente planas del centro histórico de Cartagena. Las mañanas pueden ser cálidas, pero hay paradas a la sombra para descansar.
Podrás probar bebidas locales como jugo de corozo o chicha durante la experiencia. También hay agua disponible si la necesitas.
¡Sí! La ruta es accesible para sillas de ruedas y nos aseguramos de que todos puedan disfrutar cómodamente de cada parada.
Probarás todo preparado por manos locales—desde snacks salados hasta dulces típicos—y degustarás bebidas tradicionales en el camino. Todas las degustaciones están incluidas; solo trae tu apetito.
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