Recorrerás las calles antiguas de Bogotá con un guía local, verás el brillo del oro en el Museo del Oro, subirás a Monserrate para vistas panorámicas y disfrutarás un almuerzo tradicional con vista a la ciudad. Prepárate para sorpresas pequeñas — desde música callejera hasta arte escondido — y momentos que se quedan contigo mucho después de irte.
Lo primero que recuerdo es el aire — fino y un poco fresco, aunque ya era casi mediodía cuando nos encontramos con nuestra guía frente al hotel. Bogotá está en las alturas y se siente en los pulmones desde el primer instante. Nuestro conductor bromeaba sobre las “cuatro estaciones en un día” mientras nos dirigíamos a La Candelaria, pasando por murales que parecían aún mojados por la lluvia de la noche anterior. Los adoquines estaban resbaladizos bajo mis zapatos; casi me caigo una vez, pero logré sostenerme (mi pareja se rió — al parecer camino como turista despistado).
Nuestra guía, Camila, tenía esa habilidad para notar detalles pequeños — como cómo las casas en La Candelaria se apoyan unas en otras, o la forma en que la gente se saluda con un gesto casi tímido. En el Museo del Oro, nos explicó por qué algunas piezas tienen forma de rana o pájaro; no esperaba engancharme tanto con joyas antiguas, pero hay algo en ver el oro tan de cerca que te hace pensar en todas las manos que lo tocaron. El museo estaba animado pero sin agobiar — justo el ruido necesario para recordarte que no estás solo.
Sigo pensando en la vista desde Monserrate. Subimos en funicular (con pase rápido incluido, que nos ahorró mucho tiempo), y en la cima todo se volvió silencioso por un instante — Bogotá se extendía abajo como un mosaico. El aroma a maíz asado venía de uno de los puestos cerca de la iglesia, mezclado con incienso y el aire frío de la montaña. El almuerzo fue con grandes ventanales con vista a la ciudad; pedí ajiaco porque Camila dijo que es lo que su abuela cocina los domingos. ¿La verdad? Supo a comida que reconforta.
Bajamos paseando por la Plaza de Bolívar, donde las palomas superan en número a las personas y alguien tocaba el acordeón cerca de las escaleras de la catedral. Para entonces ya no miraba el reloj — simplemente dejaba que Bogotá se mostrara a su ritmo. El transporte privado nos permitió quedarnos más tiempo o seguir cuando quisimos; sin prisas ni apuros. Así que sí, si quieres conocer Bogotá sin sentirte apurado (y quizá comer sopa de más), este tour privado vale totalmente la pena.
Sí, el transporte privado te recoge y deja en tu hotel en Bogotá.
Las entradas con pase rápido para Monserrate están incluidas en las opciones de 5 y 7 horas.
Se visitan el Museo del Oro y el Museo Botero.
El almuerzo gourmet tradicional con vista panorámica está incluido solo en la opción de 7 horas; en otras opciones hay pausa para café.
Puedes elegir entre 4 horas (sin Monserrate), 5 horas (con pausa para café) o 7 horas (con almuerzo).
El tour es accesible para sillas de ruedas y cuenta con asientos para bebés si es necesario.
Sí, las entradas al Museo del Oro y al Museo Botero están incluidas.
Tu guía certificado es bilingüe; habla español e inglés.
Tu día incluye transporte privado de ida y vuelta desde el hotel en Bogotá, entradas al Museo del Oro y Museo Botero, acceso rápido a Monserrate (según opción), guía certificado bilingüe durante todo el recorrido, además de un almuerzo tradicional con vista a la ciudad o una degustación de café local según la opción elegida — todo organizado por una agencia oficial para que no tengas que preocuparte por nada.
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