Si quieres conocer a fondo Qingdao—sus calles de aire antiguo, sus snacks junto al mar y esas peculiares villas europeas—esta excursión privada lo cubre todo. Caminarás por donde lo hacen los locales, probarás su comida (¡no te pierdas el marisco!) y entenderás por qué esta ciudad se siente tan diferente a cualquier otra en China.
Al salir del vestíbulo de mi hotel justo después de las 8:30 a.m., el aire tenía un toque salado, típico de Qingdao. Nuestro guía ya nos esperaba, agitando una pequeña bandera. Subimos a una cómoda furgoneta y nos dirigimos rápidamente a la antigua estación de tren de Qingdao. El lugar conserva una grandeza desgastada: ventanas arqueadas, tejas rojas, y aún se escucha el lejano retumbar de los trenes rumbo a Beijing o Shanghái. Siempre hay alguien vendiendo bollos al vapor en la entrada; me llevé uno para el camino.
La calle Zhongshan cobró vida mientras caminábamos por sus adoquinadas calles. Las tiendas apenas abrían y se mezclaba el aroma del pan recién hecho con la brisa marina. Nuestro guía señaló un pequeño cine de los años 30, ¡que aún proyecta funciones matutinas! Nos metimos en un callejón donde los locales tomaban té por la mañana y jugaban a las cartas en la acera.
La calle de snacks Pichaiyuan fue la siguiente parada: un estrecho tramo repleto de puestos de comida. Primero me llegó el olor a calamares a la parrilla, luego a dulces de maní. Probé unas almejas picantes (un poco desordenado, pero valió la pena). Este lugar siempre está animado; incluso a las 10 a.m. verás estudiantes desayunando antes de clase.
La colina Signal Hill nos dio un buen ejercicio: subir 98 metros no es poca cosa, pero la vista desde arriba es impresionante. Se ve un mosaico de techos rojos y el mar azul que se extiende hasta el infinito. El viento allí arriba es cortante; lleva chaqueta si visitas en primavera u otoño.
El almuerzo fue en un rincón local escondido, donde disfrutamos de pescado fresco y verduras, acompañados de botellas de cerveza Tsingtao bien fría, directamente de la fuente. Nuestro guía contó historias sobre los cerveceros alemanes que establecieron su negocio aquí hace más de un siglo, haciendo que cada sorbo supiera a historia.
La Residencia del Gobernador parecía sacada de Baviera: torretas, vitrales y colores intensos por doquier. Adentro, casi podías imaginar a oficiales alemanes paseando con botas pesadas. Nuestro guía explicó cómo sobrevivió a guerras y ocupaciones, una historia realmente fascinante.
Última parada: Badaguan (Ocho Grandes Pasajes). Cada villa tiene su propio estilo: cúpulas rusas junto a arcos españoles, y calles tranquilas bordeadas de árboles perfectas para pasear. Los locales corrían o paseaban a sus perros; por un momento, parecía más Europa que China.
¡Sí! El almuerzo en un restaurante local está incluido, junto con refrescos como Coca-Cola o Sprite.
No hay problema: los bebés y niños pequeños pueden ir en cochecito durante la excursión.
Estarás caminando para explorar varios sitios y subir Signal Hill (unos 98 metros), pero hay descansos durante el camino.
La recogida está disponible si tu hotel está en el centro de Qingdao; de lo contrario, nos encontraremos en un punto céntrico fácil de localizar.
Esta excursión privada de un día incluye un guía de habla inglesa, todas las entradas, transporte privado dentro del centro de Qingdao, dos botellas de agua por persona, almuerzo con refrescos (Coca-Cola/Sprite) y tiempo suficiente para explorar cada lugar a tu ritmo.
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?