Recorrerás las calles vibrantes de Valparaíso llenas de arte local, harás una parada para probar vinos en Casablanca, tomarás fotos junto al Reloj de Flores en Viña del Mar y terminarás sintiendo la brisa del Pacífico en tu rostro. No es pulido ni predecible, sino una verdadera pincelada de la vida chilena en un solo día.
Salimos de Santiago cuando la ciudad apenas despertaba, éramos pocos en la van — recuerdo al chofer tarareando una vieja canción chilena. El camino hacia Valparaíso atraviesa el valle de Casablanca, donde hicimos una parada en un lugar llamado Río Tinto. El aire olía a tierra y uvas (no exagero), y nuestro guía Felipe nos hizo probar un vino blanco que describió como “crujiente”, algo que me pareció curioso para una bebida. Compré una botellita que aún debe andar rodando por mi mochila.
Valparaíso me impactó al instante — colores por todos lados, pintura descascarada en algunos rincones que, de alguna forma, le daba más vida. Subimos por esas colinas (más bien un entrenamiento para las piernas), pasando por murales que parecían recién pintados esa misma mañana. Había una escalera pintada como teclas de piano; Felipe dijo que todos se toman foto ahí, así que nosotros también, pero creo que lo que más me gustó fue ver a un señor mayor alimentando palomas cerca de la Plaza Sotomayor, sin prestarnos atención. El viento del mar se sentía pegajoso en la piel. Si nunca has escuchado gaviotas resonar entre paredes llenas de grafitis, ahora ya sabes cómo es.
Viña del Mar me sorprendió por lo distinto que se sentía — palmeras, jardines cuidados, hasta el famoso Reloj de Flores parecía demasiado perfecto al lado de todo lo que habíamos visto en Valpo. El almuerzo fue por nuestra cuenta (yo me animé con unas empanadas en un lugar con sillas de plástico), luego caminamos hasta la playa donde los niños se perseguían en el frío Pacífico. El grupo se quedó en silencio un rato, solo mirando las olas llegar. Alguien comentó que olía a mezcla de algas y bloqueador solar — no se equivocó.
El regreso fue tranquilo; algunos se quedaron dormidos, otros revisando fotos. Felipe nos contó historias de su infancia aquí, de cómo cambia Valparaíso después de la lluvia. No dejaba de pensar en esos muros tan vivos y en cómo nada combinaba pero todo encajaba. Si buscas una excursión desde Santiago que no se sienta armada — esta es la indicada.
Sí, el traslado ida y vuelta desde Santiago está incluido exclusivamente para tu grupo.
Sí, hay una parada en la tienda de vinos Río Tinto en el Valle de Casablanca para degustar vinos locales.
No, el almuerzo no está incluido, pero tendrás tiempo libre para comer en un restaurante local en Viña del Mar.
Sí, hay un recorrido guiado a pie por el centro histórico y las zonas de arte urbano de Valparaíso.
Sí, este tour es apto para sillas de ruedas y cochecitos.
Visitarás la Plaza Sotomayor en Valparaíso y el Reloj de Flores en Viña del Mar, entre otros.
El viaje dura aproximadamente 1,5 horas por trayecto, dependiendo del tráfico.
Tu día incluye traslado ida y vuelta desde Santiago con transporte exclusivo para tu grupo, paradas para fotos en puntos clave de Viña del Mar y Valparaíso, tour guiado a pie con guía bilingüe por el centro histórico y barrios de arte urbano de Valparaíso, además de tiempo para relajarte o almorzar junto al mar antes de regresar.
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