Sentirás cada cambio de luz mientras viajas en bus desde Vancouver pasando por Jasper y Banff—caminando por senderos helados en Maligne Canyon, subiendo en góndola al Monte Sulphur, probando agua glaciar en Athabasca. Guías locales comparten secretos de pueblo junto a vistas épicas. No es solo paisaje; es risas, dedos helados y historias para llevar a casa.
Lo primero que noté no fue el paisaje, sino el crujir de botas sobre la escarcha fuera del bus en Hope. Alguien señaló un oso tallado en un tronco justo al lado de la panadería. Nuestro guía, Mark, parecía conocer a todo el pueblo (o al menos fingía), y nos puso a buscar esculturas hechas con motosierra antes de salir de Columbia Británica. Aún recuerdo el aroma a virutas de cedro mezclado con el café de la cafetería de la esquina. Eso marcó el tono: este tour circular por las Rockies Canadienses no es solo montañas; es cada pequeño detalle que se te escapa si parpadeas.
Cuando llegamos al Parque Provincial Mount Robson, las nubes se enredaban en esa cima blanca y afilada como si estuvieran cosidas. El aire se sentía más puro, casi metálico. En Jasper, una local llamada Rita nos contó dónde hacen las mejores barras Nanaimo (tenía razón), y luego paseamos junto a viejos vagones de tren y murales que parecían cuentos esperando a ser contados. A la mañana siguiente, en el Ice Explorer sobre el glaciar Athabasca, mis manos se entumecieron al sostener un trozo de hielo—sabía a limpio pero con un aire antiguo. Mark nos explicó que los glaciares se mueven tan despacio que no lo ves, pero siempre están transformando lo que hay debajo.
No esperaba reír tanto en esta excursión por Banff y Lake Louise. Hubo un momento en el Lago Peyto en que todos nos quedamos en silencio—un azul tan intenso que parecía irreal, rodeado de pinos tan oscuros que casi parecían negros con la luz de la mañana. En el Cañón Johnston, el agua rugía tan fuerte que tenías que acercarte para poder hablar. Me resbalé un poco en uno de los pasarelas (sin mayor problema), y una pareja mayor de Calgary solo sonrió—ellos también habían pasado por ahí.
La góndola al Monte Sulphur hizo que se me revolviera el estómago, no por miedo, sino por la inmensidad de las vistas. Banff desde arriba parecía sacado de una bola de nieve. El almuerzo en Lake Louise Village fue sencillo—sopa y pan—pero con el frío que hacía, supo a gloria. Nunca me acostumbré a lo nítido que olía todo allá arriba: agujas de pino, agua glaciar, incluso la crema solar en la mejilla de alguien cercano.
El tour dura cuatro días con tres noches de alojamiento incluidas.
Sí, incluye tres noches en hoteles estándar en Jasper y Banff.
No se incluyen comidas completas; hay paradas para almorzar en Kamloops y Lake Louise Village donde puedes comprar comida.
El tour incluye caminatas por Johnston Canyon, paseo en Ice Explorer sobre el glaciar Athabasca y subida en góndola al Monte Sulphur.
Sí, pasarás tiempo explorando ambos pueblos y sus parques cercanos.
No hay recogida en hotel; la salida es desde Vancouver en un autobús de lujo.
El pase para los Parques Nacionales está incluido en el precio del paquete.
Sí, es apto para todos los niveles; la mayoría de las caminatas son fáciles o opcionales.
Tu viaje incluye transporte en autobús de lujo desde Columbia Británica hasta las Rockies en Alberta, pases para los Parques Nacionales principales como Jasper y Banff, tres noches de alojamiento estándar (impuestos y peajes incluidos), además de un paquete informativo sobre las Montañas Rocosas, todo guiado por un director de tour experto que mantiene el ritmo sin prisas ni guiones rígidos.
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