Sentí la fuerza de Niágara de cerca en esta excursión desde Toronto: momentos empapados en el paseo en barco, túneles que resuenan detrás de Horseshoe Falls, dulces degustaciones de jarabe de arce y tiempo para recorrer Clifton Hill o admirar las vistas desde Skylon Tower. No es solo turismo, es dejarse llevar por el sonido, la niebla y los sabores locales.
Lo primero que recuerdo es el sonido, como un tren de carga en cámara lenta, rodando justo fuera de vista. Apenas habíamos bajado del bus desde Toronto cuando nuestro guía, Samir, repartió esos ponchos azules con una sonrisa. “Los van a necesitar”, dijo. Tenía razón. El aire cerca de las Cataratas Horseshoe se sentía denso y eléctrico, la niebla pegada a mis pestañas. Intenté hacerme un selfie pero solo salió mi cara entrecerrando los ojos y un borrón de agua detrás. Así es el paseo en barco por Niágara: menos para fotos, más para sentirte diminuto bajo toda esa agua.
Después de secarnos (más o menos), bajamos al subsuelo para la parte de Journey Behind the Falls. El viaje en ascensor fue rápido pero me revolvió el estómago, como si entráramos a otro mundo. Los túneles olían a piedra húmeda y a algo antiguo, de 130 años, según dijeron. Primero escuchas el estruendo antes de verlo: un trueno bajo que vibra en el pecho. En una de las salidas, saqué la mano y sentí el rocío frío en la piel. No hay nada entre vos y ese rugido, solo una baranda. Samir nos contó cuánta agua cae por segundo; ahora no recuerdo la cifra, pero era impresionante.
Tuvimos tiempo libre en Clifton Hill, que tiene su propio bullicio: arcades, luces de neón, familias comiendo fudge o posando frente a casas embrujadas. Me escapé para probar jarabe de arce en Maple Leaf Place (mi favorito fue el oscuro, con un toque casi ahumado). La mujer que guiaba la degustación explicó las diferencias entre las categorías mientras su compañero servía las muestras con mucho cuidado. Intenté decir “gracias” en francés y me devolvieron una sonrisa amable, casi me salió.
Todavía recuerdo esa vista desde la Skylon Tower: todo se ve en miniatura, salvo el río que talla el paisaje de piedra caliza, recordándonos que este lugar ha cambiado durante millones de años. De regreso a Toronto, alguien repartió chocolates gratis del tour y todos nos quedamos en silencio un rato, mirando los campos pasar por la ventana.
Sí, hay recogidas gratuitas en varios puntos del centro de Toronto.
No, no hace falta pasaporte porque te quedás del lado canadiense de las cataratas.
Bajás 38 metros en ascensor a túneles de 130 años con miradores justo detrás de Horseshoe Falls.
No hay almuerzo incluido, pero hay tiempo libre para comer en Clifton Hill o cerca.
Sí, una degustación de jarabe de arce de Ontario en Maple Leaf Place y chocolates gratis en el recorrido.
Dura unos 20 minutos navegando a los pies de las cataratas.
Sí, se puede con cochecitos y animales de servicio; además, hay transporte público cercano.
El tour funciona con cualquier clima; se recomienda ropa adecuada porque te vas a mojar cerca de las cataratas.
Tu día incluye recogida y regreso flexible en vehículo con aire acondicionado desde el centro de Toronto, acceso sin filas a los túneles Journey Behind the Falls y al Niagara City Cruise (cuando está disponible), degustación guiada de jarabe de arce con expertos locales en Maple Leaf Place, tiempo libre para explorar Clifton Hill o subir a Skylon Tower si el paseo en barco no opera en temporada, y sí, chocolates gratis durante el viaje de vuelta para que vuelvas cómodo.
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