Recorrerás Phnom Penh en un día: subirás las escaleras del templo Wat Phnom, sentirás el peso de S21 y los Killing Fields con las historias de tu guía, probarás auténtica comida jemer, pasearás por mercados llenos de vida y acabarás junto al río al atardecer, donde los locales se reúnen. No es solo turismo, es una experiencia que queda.
Lo primero que recuerdo es el canto de los monjes, que venía desde algún lugar detrás de Wat Phnom, un murmullo bajo en el aire pegajoso de la mañana. Sophoarn, nuestro guía, nos señaló la estatua de Lady Penh y nos contó cómo la ciudad tomó su nombre. Tenía esa forma de hacer una pausa antes de cada historia, como para que te acomodaras. Las escaleras eran más empinadas de lo que esperaba (quizás por el calor), y abajo unos niños vendían flores de loto, agitándolas como pequeñas banderas.
Nos metimos en la van — solo éramos seis, así que no parecía una multitud — y atravesamos el tráfico para ver el Palacio Real desde afuera. Es curioso cómo los locales se sientan en el césped, comiendo bocadillos, sin inmutarse por esos techos dorados. En un momento paramos en un monumento donde unos viejos jugaban ajedrez bajo un árbol; Sophoarn nos explicó algo sobre la alianza Camboya-Vietnam, pero yo estaba distraído con el olor a maíz asado que venía de un carrito callejero. Son esos detalles pequeños los que se quedan contigo.
Después del almuerzo (curry jemer, suave pero aromático, y sí, me manché la camisa), la cosa se puso más seria. El Museo del Genocidio Tuol Sleng es... bueno, no es fácil. Escuchas voces en la audioguía mientras pasas por fotos difíciles de mirar por mucho tiempo. Nadie habló mucho después de eso. El viaje en van hacia los Killing Fields de Choeung Ek fue silencioso, salvo por alguien que abrió una lata de Coca-Cola en voz baja (te dan una a cada uno). Sophoarn nos acompañó al entrar y luego nos dejó recorrer a nuestro ritmo; dijo que cada vez que va descubre algo nuevo.
La última parada fue el Mercado Ruso — caluroso, ruidoso y lleno de todo, desde pañuelos de seda hasta piezas para motos. Compré una cuchara tallada para mi mamá y traté de regatear en jemer; Li se rió cuando intenté decir “¿cuánto cuesta?” bien (seguro lo dije fatal). Para entonces mi camisa ya se me pegaba a la espalda, pero ya no me importaba. Terminamos junto al río, donde se juntan cuatro corrientes — Tonle Sap, Mekong superior e inferior, Bassac — viendo pasar los barcos mientras el sol se escondía tras unas torres de cristal nuevas.
El tour incluye 11 sitios: Museo del Genocidio S21, Killing Fields de Choeung Ek, Palacio Real (exterior), Mercado Ruso, templos y monumentos.
Sí, la recogida y regreso al hotel están incluidos si tu alojamiento está en el centro de Phnom Penh.
Tu guía y conductor habla inglés con fluidez y comparte contexto local durante todo el recorrido.
No, las entradas se pagan aparte en efectivo (USD o Riel) en cada lugar que visites.
Los grupos son pequeños: máximo 7 personas por van o 4 por tuk-tuk para una experiencia más personalizada.
Se hace una parada para almorzar comida jemer auténtica; el costo de la comida es opcional según el grupo.
Recibes agua embotellada fría, Coca-Cola y cerveza Cambodia (después del mediodía), una de cada por persona.
El museo del genocidio y los killing fields pueden ser emocionalmente duros; evalúa bien si viajas con niños o personas sensibles.
Tu día incluye recogida y regreso al hotel en el centro de Phnom Penh, un guía-conductor en inglés que explica cada parada, agua embotellada, una Coca-Cola y una cerveza Cambodia después del mediodía. Tendrás tiempo para un almuerzo jemer auténtico (a tu cargo) antes de volver pasando por mercados llenos de vida y vistas al río al caer la tarde.
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