Viajarás en un jeep cómodo pasando por 18 playas diferentes de Río (algunas solo conocidas por locales), caminarás por un bosque frondoso hasta Pedra do Telégrafo para disfrutar de vistas salvajes al atardecer y tendrás fotos profesionales en cada parada. Prepárate para risas, pies llenos de arena y momentos que se quedan contigo mucho después de dejar Río atrás.
Migas de plátano en mi regazo, la correa de la cámara clavándose en mi cuello, entrecierro los ojos por el sol que entra por el techo corredizo mientras nuestro jeep salta por el borde de Barra da Tijuca. Nuestro guía—André, carioca de pura cepa—no para de contar historias sobre cada playa que vamos dejando atrás. Señala a un pescador remendando su red junto al agua y nos dice que ni los locales conocen la mitad de estos rincones. El aire huele a sal y protector solar, pero también tiene ese toque a tierra húmeda del bosque por donde vamos entrando y saliendo. Perdí la cuenta de las playas después de la séptima u octava—la verdad es que se mezclan en la mejor de las maneras.
De vez en cuando bajábamos para hacer fotos (el fotógrafo no paraba—y en el buen sentido), con los pies en la arena cálida o trepando sobre rocas mojadas por el oleaje. En Prainha intenté pedir agua de coco en portugués; André se rió y me salvó de un ridículo total. Almorzamos en un club con vista a un manglar—no esperaba ver tablas de paddle ni escuchar reggae, pero ahí estaban. La comida no está incluida pero los precios son justos, y todavía sueño con ese pescado a la parrilla con lima. Hay algo especial en comer al aire libre con los pies polvorientos de tanto caminar que hace que todo sepa mejor.
La subida a Pedra do Telégrafo fue cuando la cosa se puso seria. El jeep nos llevó casi hasta arriba—menos mal—pero el último tramo fue a pie por un bosque atlántico denso. Cuarenta minutos se sienten más largos cuando sudas y tratas de no resbalar con las raíces. Pero luego llegas a ese saliente donde todos se alinean para la foto (ya sabes, esa donde parece que estás colgando sobre un abismo). Nuestro fotógrafo nos fue guiando con paciencia mientras André repartía agua fría y plátanos. El atardecer llegó mientras estábamos ahí arriba: nubes rosadas sobre la costa de Río, el viento subiendo justo lo suficiente para cerrar la cremallera de la chaqueta. Alguien puso música bajito en el móvil; nadie dijo nada por un minuto o dos.
El tour incluye paradas en 18 playas diferentes a lo largo de la costa de Río.
Sí, se ofrece recogida en cualquier hotel de la ciudad de Río para tours privados.
La última caminata de 1,5 km dura unos 40 minutos y es de dificultad moderada, apta para la mayoría de niveles físicos.
Se ofrecen agua fría, refrescos, café, plátanos y galletas; el almuerzo no está incluido pero hay una buena parada con precios razonables.
Sí, un fotógrafo profesional acompaña al grupo durante todo el día para capturar fotos en cada parada.
Se utilizan jeeps 4x4 cómodos como Toyota Land Cruiser Prado o Troller T4.
Niños a partir de 4 años pueden unirse; menores de 4 no están permitidos por razones de seguridad.
La experiencia completa dura alrededor de 9 horas incluyendo todas las paradas y el tiempo de caminata.
Tu día incluye recogida en hotel (para grupos privados), viaje en jeep 4x4 con aire acondicionado y WiFi a bordo, bebidas frías y snacks durante todo el recorrido (agua—incluso en la caminata—refrescos, café, plátanos y galletas), todo el equipo fotográfico manejado por un fotógrafo profesional que acompaña en cada parada, además de accesorios como binoculares o linternas si hacen falta. El almuerzo no está incluido pero hay tiempo para comer en un club con buenas opciones antes de subir a Pedra do Telégrafo para ver el atardecer y luego regresar a la ciudad por la noche.
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?