Recorrerás las serpenteantes calles de Mostar con un guía local que comparte historias reales detrás de cada esquina—desde monumentos escondidos hasta el emblemático Puente Viejo. Esta excursión te ofrece una mirada sincera a la vida cotidiana, la historia y lo que hace única a esta ciudad.
Lo primero que me impactó en Mostar fue el aroma intenso del café bosnio que se escapaba de las pequeñas cafeterías escondidas entre calles empedradas. Nuestro guía, Emir, nos esperaba junto al río; ha vivido aquí toda su vida y parece conocer a todo el mundo. Empezamos a recorrer callejones estrechos, pasando por puestos de mercado donde mujeres vendían higos y granadas, sus voces mezclándose con el lejano llamado a la oración. Aún no había mucha gente; la mañana temprano es el mejor momento si quieres ver el casco antiguo antes de que lleguen los grupos turísticos.
Emir señalaba detalles que nunca habría notado por mi cuenta: un mural desgastado de la guerra, una fuente de piedra donde los locales aún llenan sus botellas, y una pequeña panadería que lleva abierta desde antes de que él naciera. Cuando llegamos al Puente Viejo, se detuvo. “Esto no es solo un puente,” dijo en voz baja, “es nuestro corazón.” Nos contó cómo fue destruido en 1993 y reconstruido piedra a piedra, usando algunos de los bloques originales sacados del río. Un poco más abajo, hay un puente más pequeño—el ‘hermano menor’ de Mostar—que de alguna manera sobrevivió a todo. Esa historia se me quedó grabada.
¡Sí, las familias son bienvenidas! La ruta es mayormente plana y nuestros guías ajustan el ritmo para todas las edades.
El tour por la ciudad suele durar unas dos horas, pero puede adaptarse a los intereses de tu grupo.
Hacemos paradas en varios puntos de interés donde puedes descansar o tomar algo si lo necesitas.
Por supuesto—los animales de servicio están permitidos a lo largo de toda la ruta.
Tu propio guía local certificado para todo el recorrido por la ciudad. Se admiten animales de servicio. El transporte público está cerca por si lo necesitas. El ritmo es adecuado para la mayoría de niveles de condición física—incluso los bebés pueden unirse si van en el regazo de un adulto.
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