Verás canguros y wombats salvajes muy cerca de Sydney, recorrerás senderos de selva hasta cascadas, probarás tartas recién horneadas para el almuerzo y terminarás con una cena relajada en un pub histórico antes de disfrutar de las estrellas lejos de las luces de la ciudad. Todo en un grupo pequeño, con momentos auténticos de naturaleza que recordarás cada vez que escuches reír a los kookaburras.
No esperaba estar tan cerca de un wombat salvaje. El primero que vimos en Southern Highlands salió caminando despacio entre los arbustos justo cuando nuestro guía, Matt, hablaba de los pájaros lira. Se quedó callado y sonrió—seguro que ya lo había visto antes, pero para mí fue como si el tiempo se detuviera un instante. Hay algo especial en ver a estos animales en su hábitat, sin cristales ni rejas de por medio. El aire olía a eucalipto y, a lo lejos, se escuchaban los risueños sonidos de los kookaburras, que parecen reírse de ti.
La excursión desde Sydney empezó temprano, pero sin ser agotadora; me senté junto a la ventana del bus (modelo 2025, bromeaba Matt) y vi cómo la ciudad se transformaba en colinas verdes. Paramos en un mirador a unos 400 metros de altura y la vista era infinita: acantilados, bruma sobre el mar y, si te esforzabas, hasta se veían ballenas (alguien dijo que vio una). Almorzamos en Robertson Pie Shop. Pedí la clásica tarta de carne—masa crujiente y relleno con un toque de pimienta—y traté de decir “gracias” con mi peor acento australiano. La señora del mostrador se rió mucho.
Luego llegó el momento de las cascadas: primero Carrington Falls y después Fitzroy Falls en el Parque Nacional Morton. Las caminatas fueron cortas, justo para estirar las piernas y sentir el aroma a tierra mojada. En Fitzroy Falls vimos loros rey volando entre cañones de arenisca naranja. Matt señaló una madriguera de equidna, pero no tuvimos suerte de ver al dueño. La verdad, solo estar allí con la bruma cayendo sobre mis brazos ya valió la pena después de tanto rato sentado en el bus.
El atardecer fue lo mejor: canguros por todos lados, algunos tan cerca que podías ver cómo parpadeaban sus pestañas. También wombats, tranquilos comiendo pasto sin importarles quién los mirara. Un par de nosotros nos tumbamos en la hierba para sacar fotos (todavía tengo polvo rojo en los jeans). La cena fue típica de pub australiano—para mí, chicken parmy—con locales viendo rugby en la tele y un perro paseándose entre las mesas esperando unas papas fritas. De regreso, paramos para mirar un cielo estrellado como nunca había visto; la Vía Láctea se veía clarísima. Ojalá hubiera traído una cámara mejor, pero quizás es mejor así, ¿no?
El tour dura todo el día, saliendo por la mañana desde Sydney y regresando después de la cena y la observación de estrellas.
Sí, el almuerzo en Robertson Pie Shop está incluido durante los meses de invierno con horario de verano; en verano se sale después del mediodía.
Las avistamientos están garantizados según la información del tour; los guías saben dónde encontrarlos al atardecer.
Sí, tanto el almuerzo como la cena ofrecen opciones sin gluten, veganas y vegetarianas.
Pasarás por el Parque Nacional Macquarie Pass y visitarás Fitzroy Falls en Morton NP.
El tour incluye recogida; los detalles se envían tras la reserva.
Las caminatas son cortas y fáciles—paseos suaves a miradores o cascadas.
No hay espacio en el bus para sillas de ruedas o andadores; no se recomienda para quienes los necesiten.
Tu día incluye recogida en Sydney en un bus moderno con Wi-Fi y snacks como frutas o barras de frutos secos. Disfrutarás almuerzo en Robertson Pie Shop (en invierno), entradas incluidas, paseos tranquilos por bosques de eucalipto hasta dos cascadas, avistamiento al atardecer de canguros y wombats salvajes con guías expertos, cena abundante con refrescos en un pub histórico (con opciones para todas las dietas) y observación de estrellas bajo el cielo austral antes de regresar cómodo.
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