Entrarás al Faro Cape Bruny con un guía local, subirás estrechas escaleras de caracol junto a muros de piedra antiguos y te asomarás a un balcón azotado por el viento con vistas a acantilados y mar salvajes. Escucha relatos de tormentas y naufragios mientras exploras el sur de Bruny con binoculares en mano — hay algo profundamente poderoso en estar justo donde la historia ocurrió.
Llegamos al Faro Cape Bruny justo cuando el viento empezó a arreciar — se podía oler la sal antes de bajar del coche. Nuestro guía, Peter, ya nos esperaba junto al viejo muro de piedra, saludándonos con esa amabilidad típica de Tasmania. Había visto fotos del lugar, pero parado justo debajo, el faro parecía mucho más alto de lo que imaginaba. Los acantilados a nuestro alrededor se veían casi negros contra el mar, y se escuchaba ese murmullo constante de las olas rompiendo abajo. Peter nos dio binoculares (que casi se me caen — él solo sonrió) y empezó a contarnos historias de naufragios y tormentas que parecían sacadas de sus propias vivencias.
La subida por dentro fue más estrecha de lo que pensaba — esas escaleras de caracol son angostas, frías al tacto, y se escucha tu propia respiración rebotar en la piedra. En un momento paré solo para pasar la mano por la pared; en algunos tramos es lisa, pero en la mayoría se siente rugosa, como si guardara la memoria de todas las manos que han subido. Al llegar a la sala del prisma, Peter iluminó con su linterna unas piezas de latón antiguas y explicó cómo mantenían todo funcionando antes de la electricidad. Tenía una forma de contar que hacía que hasta los detalles más pequeños quedaran grabados — desde lámparas de aceite de ballena hasta niebla tan densa que no podías ver ni tus botas.
Salir al balcón fue un golpe de realidad — de repente todo el viento en la cara, gaviotas gritando arriba y solo océano hasta donde alcanza la vista. Intenté sacar una foto, pero al final me quedé simplemente mirando por un rato. Éramos tres en el tour; una mujer no paraba de reír porque su sombrero no se quedaba quieto. El aire tenía un sabor frío y punzante, como si fuera a llover aunque el cielo estuviera despejado. De bajada, Peter preguntó si alguien quería intentar pronunciar ‘dolerita’ bien (yo fallé), y eso nos hizo reír a todos otra vez. A veces todavía pienso en esa vista cuando el ruido de la ciudad me agobia — es difícil de explicar si no has estado ahí arriba.
Sí, la entrada guiada al Faro Cape Bruny está incluida.
Sí, se ofrecen binoculares para los participantes del tour.
Los niños pueden participar si van acompañados por un adulto; menores de 5 años no pueden unirse.
Sí, es obligatorio un pase de parques nacionales para entrar al área sur de Bruny donde está el faro.
Sí, los animales de servicio están permitidos en este tour.
Tu día incluye entrada guiada al Faro Cape Bruny con un guía local experto que hace cobrar vida las historias mientras subes; también te darán binoculares para que puedas explorar esos acantilados salvajes y las olas lejanas por tu cuenta.
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