Caminarás por antiguas rutas comerciales, verás petroglifos reales de cerca, escucharás historias de guías que crecieron aquí y probarás la hospitalidad saudí en cada paso. Este viaje no es solo sobre sitios; es sobre conectar con la historia viva de Najran.
Salir de Abha a las 8 de la mañana fue sencillo—solo ese aire fresco matutino y el murmullo de la carretera. Nuestro guía, Khaled, tenía ese don para señalar detalles que uno nunca notaría solo. Ya pasada la mitad del camino, paramos en un puesto a la orilla para tomar café de cardamomo. El aroma me acompañó todo el día.
Primera parada: Pozos de Hima. No te lo imaginas hasta que estás ahí—antiguos pozos de piedra rodeados por enormes paredes rocosas cubiertas de grabados. Algunos están desgastados, otros tan nítidos que parecen hechos ayer. Khaled nos contó cómo comerciantes y viajeros dejaron esas marcas hace siglos; incluso leyó una inscripción antigua en árabe, traduciéndola al momento. El sol ya subía, pero una brisa fresca bajaba de las colinas, así que no hacía mucho calor.
Seguimos por el Wadi Najran, un valle enorme que se extiende hacia el este, rumbo al Rub al-Jali. El paisaje cambia rápido aquí: zonas verdes cerca del agua y de repente arena y roca hasta donde alcanza la vista. Recuerdo escuchar el eco de los pájaros rebotando en las paredes del cañón mientras parábamos para tomar fotos.
Al mediodía llegamos al Palacio Emarah en el centro de Najran. Construido en 1944, pero asentado sobre tierras mucho más antiguas, es enorme—¡65 habitaciones! Dentro hay un pequeño museo con equipos telegráficos antiguos y fotos familiares del primer gobernador que vivió allí. Un cuidador local nos contó cómo el palacio fue también puesto policial y hasta tenía su propio pozo.
Por la noche nos quedamos en la ciudad de Najran—nada lujoso, pero cómodo después de un día largo al aire libre. Hay algo especial en quedarse dormido con los sonidos lejanos de la ciudad mezclados con el silencio del desierto.
Al día siguiente empezamos temprano en el Sitio Arqueológico AlOkhdood. Ahora son ruinas—muros derrumbados y piedras dispersas—pero aún se ven las calles y dónde estaban las casas. Nuestro guía narró la historia del rey Dhu Nuwas y lo que pasó aquí (de hecho, se menciona en el Corán). Estar entre esas piedras me hizo sentir la enorme carga histórica que guarda este lugar.
Antes de regresar a Abha, dimos un paseo por el Parque King Fahd en el Bosque Saqam—niños jugando al fútbol, familias haciendo picnic bajo grandes árboles. Es uno de esos rincones que los locales adoran pero que muchos visitantes no conocen.
¡Sí! La ruta es accesible para todas las edades y se permiten cochecitos. Hay muchas pausas y se ofrecen snacks durante el recorrido.
Por supuesto—todos nuestros guías hablan inglés fluido y comparten muchas historias locales para que todo sea fácil de entender.
No se necesita condición física especial—las caminatas son suaves y el transporte es privado en todo momento.
Sí, los animales de servicio están permitidos en esta excursión sin problema.
Tu viaje incluye transporte privado desde Abha, snacks durante las paradas (como dátiles frescos o café de cardamomo), además de la guía de locales amables que conocen cada rincón de la historia de Najran.
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