Tierras Altas de Escocia: Excursión a Loch Ness, Glencoe y Castillo

4.65

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¿Cómo es la experiencia?

¿Alguna vez te has preguntado si realmente verías a Nessie o si solo es un mito? Yo sí. Salimos temprano de Edimburgo, aún medio dormidos, y cuando llegamos a Perthshire para tomar un café, el aire era tan frío que me picaba la nariz. Allí estaba una vaca Highland, con su pelo pelirrojo cubriéndole los ojos, masticando tan fuerte que la oía por encima de las conversaciones. Nuestro guía, Jamie, bromeaba diciendo que ni los locales pronuncian bien algunos nombres de pueblos. Tenía una forma de contar la historia durante el viaje que no parecía clase, sino relatos que entraban por la ventana mientras las colinas pasaban.

Los Cairngorms parecían infinitos. Pinos por todos lados, la niebla enroscándose entre ellos como sacada de una vieja canción. A veces Jamie se callaba y nos dejaba simplemente mirar; hay un silencio especial allá arriba que te hace sentir lo lejos que estás de la ciudad. De repente, estábamos en Loch Ness, que se veía más oscuro y grande de lo que imaginaba. Algunos se subieron al barco (yo fui), otros pasearon por la orilla lanzando piedras. El agua olía fresca pero profunda, como si guardara secretos. En el Castillo Urquhart, traté de imaginar cómo sería defender ese lugar hace siglos, con el viento azotando esas paredes rotas mientras hoy los turistas hacen fotos y comen patatas fritas.

Glencoe me impactó de otra manera. El cielo estaba bajo y pesado; Jamie nos contó sobre la masacre que ocurrió en ese valle, con la voz más suave que antes. Es difícil no sentirse pequeño entre esas montañas, como si lo que pasó allí aún resonara. Alguien preguntó por William Wallace (sí, salió Braveheart), y Jamie puso los ojos en blanco pero al final nos contó la historia real. De camino a Edimburgo no dejaba de pensar en todas esas capas de historia bajo nuestros pies y en cómo, aunque no veas a Nessie, algo de Loch Ness se queda contigo más tiempo del que esperas.