Saldrás temprano de Florencia y cruzarás Liguria en autobús antes de tomar el tren por los acantilados de Cinque Terre con una guía local que conoce todos los atajos. Pasea por las callejuelas de Manarola, prueba la comida ligur en Monterosso (con tiempo para la playa) y termina el día maravillándote con la Torre Inclinada de Pisa, sin preocuparte por billetes ni logística.
“Vais a acabar con todo el pesto antes de llegar,” bromeó nuestra guía mientras atravesábamos la bruma matutina de la Toscana—y tenía razón. El viaje en autobús desde Florencia fue como un suspiro lento, todos medio dormidos pero ya compartiendo historias. Cuando apareció la costa de Liguria, recuerdo bajar la ventanilla solo para respirar ese aire salado. Es distinto al de la ciudad: más fresco, un poco salvaje. Nuestra guía (creo que se llamaba Giulia) señalaba los olivares y nos contaba cómo construyeron las terrazas piedra a piedra. Intenté imaginarme ese trabajo. Imposible.
El tren hacia Manarola traqueteaba junto a acantilados tan cerca del mar que parecía que íbamos a caer—alguien detrás de mí soltó un suspiro al ver el agua brillar al sol. Manarola es un laberinto de callejuelas estrechas y ropa tendida en los balcones, con gatos por todas partes. Seguimos a Giulia por un atajo entre dos casas pintadas; se detuvo en una pequeña plaza con vistas al mar y nos dio consejos sobre dónde encontrar focaccia “con anchoas, si te atreves.” Yo no fui tan valiente, pero la probé—salada, masticable, mejor de lo que esperaba.
Después tocó Monterosso—más grande y animado, pero aún con ese aire tranquilo en los bordes. El tiempo libre fue para pasear frente a las heladerías y ver a los viejos jugar a las cartas delante de una puerta azul desgastada. Algunos se fueron directo a la playa de Fegina; yo me senté en un muro bajo y vi a los niños correr por la arena mientras alguien tocaba el acordeón cerca (no muy bien). Había algo en esa mezcla de sol y brisa marina que hacía que todo fuera más lento. Quizá era el cansancio de tanto andar—o tal vez el vino del almuerzo.
Pisa llegó más tarde de lo que esperaba—una parada rápida pero suficiente para ver la Torre Inclinada de cerca (realmente se inclina más de lo que crees). La plaza estaba llena de turistas haciendo fotos con las manos en alto; yo también lo intenté, pero acabé riéndome de mi pose torpe. Volvimos al autobús mientras caía el crepúsculo, con los pies llenos de arena y la cabeza llena de nuevos olores—albahaca, algas, crema solar—y, sinceramente, algunos días todavía recuerdo ese primer soplo del aire ligur.
La excursión dura todo el día, con salida temprano desde Florencia y regreso por la noche tras visitar Cinque Terre y Pisa.
Sí, hay tiempo libre para relajarte en la playa de Fegina en Monterosso durante la excursión.
Sí, la Cinque Terre Card cubre todos los trayectos en tren entre los pueblos durante la excursión.
No hay almuerzo incluido, pero tendrás tiempo libre en Monterosso para comprar comida o probar la gastronomía local.
Sí, después de Cinque Terre irás a Pisa para tiempo libre cerca de la Torre Inclinada antes de volver a Florencia.
El tour incluye transporte ida y vuelta desde un punto de encuentro céntrico en Florencia, no recogida individual en hoteles.
Se requiere caminar moderadamente, incluyendo paseos opcionales suaves por viñedos o calles de los pueblos.
Sí, los bebés pueden ir pero deben ir en el regazo de un adulto durante el transporte; los cochecitos pueden ser complicados por el terreno irregular.
Tu día incluye transporte ida y vuelta en autobús desde Florencia, todos los billetes de tren con la Cinque Terre Card, entradas al parque, tiempo libre en Monterosso y Manarola (incluyendo la playa de Fegina), una caminata opcional por viñedos o olivares si te animas, y una guía local en inglés que se encargará de que todo vaya sobre ruedas hasta la vuelta tras visitar la famosa Torre Inclinada de Pisa.
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