Tour Pailón del Diablo y Casa del Árbol desde Baños: Cascadas y Columpio

4.95

(58 reseñas)

¿Cómo es la experiencia?

Lo primero que noté aquella mañana fue la fresca bruma que flotaba sobre Baños. Nuestro guía, Andrés, nos esperaba justo en la plaza—ha vivido aquí toda su vida y parecía conocer a todos los que cruzábamos. Comenzamos con un paseo rápido por el pueblo: la cascada Cabellera de la Virgen ya rugía de fondo, y se olía el pan recién horneado de una panadería cercana. Las puertas de la iglesia estaban abiertas, dejando escapar un tenue aroma a incienso. Solo estuvimos unos quince minutos, pero fue suficiente para captar el ritmo del lugar.

Al llegar a la ruta de las cascadas, la aventura se intensificó. Primero apareció la cascada Agoyán—prepárate para mojarte si te acercas demasiado—y luego Puertas del Cielo y Esperanza. Andrés nos señaló pequeñas orquídeas silvestres a lo largo del camino; de no ser por él, las habría pasado por alto. En el Manto de la Novia hicimos una pausa para tomar algunas fotos (siempre hay alguien vendiendo jugo de caña cerca). Pero nada me preparó para El Pailón del Diablo. La caminata de ida y vuelta dura alrededor de una hora—hay tramos resbaladizos, así que lleva buen calzado—y el sonido del agua se vuelve más intenso a cada paso. Estar en ese puente con la niebla empañando mis gafas fue una sensación casi irreal.

Al día siguiente, el cielo despejado nos regaló una vista del volcán Tungurahua—a veces, si tienes suerte, puedes ver humo saliendo de la cima. Atravesamos tramos de bosque nublado mientras subíamos hacia la Casa del Árbol. Hay algo especial en ese columpio: está a 700 metros sobre el fondo del valle, y cuando te toca volar sobre el borde, el estómago se te revuelve (pero para bien). Los locales lo llaman Fantasía de Volar—y la verdad, es un nombre que encaja perfecto. Desde ahí arriba, si el clima acompaña, se pueden ver los parques nacionales Sangay y Llanganates.