Recorrerás desde las frescas tierras altas de Da Lat hasta la soleada costa de Mui Ne, deteniéndote en momentos auténticos: degustación de café, cascadas, vida en aldeas y esas famosas dunas de arena blanca—todo con guías amigables que conocen cada atajo.
El aire de la mañana en Da Lat tenía ese frescor que invita a ponerse una chaqueta, aunque fuera verano. Nuestro guía, Minh, nos esperaba puntualmente a las 8:30 en el hotel. Subimos a nuestras motos y salimos de la ciudad, dejando atrás el bullicio para adentrarnos en caminos serpenteantes bordeados de cafetales. El aroma a granos tostados nos llegó antes de ver la primera plantación. Nos detuvimos a observar cómo preparan el café de civeta—sí, civetas de verdad—y probamos una tacita. Es un café con carácter.
Luego visitamos una granja de grillos (el chirrido es más fuerte de lo que imaginas) y un lugar familiar donde elaboran vino de arroz; el dueño nos permitió asomarnos a los grandes recipientes burbujeantes. La fábrica de seda vibraba con el sonido de máquinas antiguas y mujeres charlando en suave vietnamita. En el templo budista, el incienso impregnaba el aire mientras los monjes barrían las hojas de los senderos de piedra. La Cascada del Elefante rugía tras la lluvia de la noche anterior—niebla por todas partes—y la Cascada Pongour era aún más imponente de lo que esperaba. En el camino pasamos por aldeas K’ho; los niños saludaban mientras pasábamos.
Al caer la tarde, llegamos a la estancia en la granja, escondida entre arrozales y cafetales cerca de Duc Trong. La cena era opcional, pero sinceramente valía la pena—la familia asaba cerdo a la leña mientras compartíamos cervezas frías bajo un cielo estrellado. Había algunos mosquitos, pero nada que un buen repelente no pudiera controlar.
El día siguiente comenzó temprano con un café vietnamita fuerte y aire fresco que olía a tierra mojada. La carretera desde Di Linh hacia Mui Ne serpenteaba entre colinas verdes y parches de selva espesa—a veces se alcanzaban a ver montañas lejanas entre los árboles. Pasamos por fincas de pitahaya (la fruta rosa destaca salvajemente entre tanto verde), y luego nos detuvimos en huertos de anacardos donde los locales clasificaban las nueces a mano.
Entrar en Mui Ne fue como llegar a otro mundo: de repente, arena por todas partes, dunas blancas extendiéndose bajo un sol ardiente. Paramos en el pueblo pesquero justo cuando los barcos regresaban—mezcla de olores a pescado y viento salado—y vimos a los lugareños descargar cestas en la orilla. Al mediodía llegamos a la playa de Ham Tien; agua azul, arena suave y por fin tiempo para quitarse los zapatos. Nuestro guía nos ayudó a hacer el check-in en el hotel y nos dio consejos para qué hacer si decidías quedarte más tiempo.
¡Claro! Puedes escoger tu transporte preferido—moto, bicicleta, coche o minivan—solo avísanos al reservar.
La cena es opcional (unos 10 USD por persona). La familia puede preparar comida tradicional vietnamita y organizar una barbacoa si quieres.
Recorrerás unos 150 km diarios por carreteras rurales pequeñas con muchas paradas en el camino.
Este tour no se recomienda para embarazadas ni personas con problemas de columna o corazón; se requiere una condición física moderada debido al tiempo en moto.
Tu propio transporte privado (moto o vehículo), guía local amable que conoce los mejores lugares, alojamiento nocturno en una acogedora estancia en granja cerca de Duc Trong o Di Linh, además de ayuda para reservar tus próximos planes de viaje al llegar a Mui Ne.
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