Navega por el Bósforo al atardecer desde Estambul, con tu propia mesa privada para cenar mientras disfrutas de shows turcos en vivo. Prueba platos locales mientras las luces de la ciudad iluminan dos continentes y déjate llevar por la música y la alegría antes de regresar a tierra.
Lo primero que me llamó la atención fue cómo el Palacio de Dolmabahçe brillaba, casi flotando sobre el agua mientras nuestro barco se alejaba del muelle. El skyline de Estambul desde aquí se veía distinto, con tonos dorados suaves y voces lejanas que flotaban sobre el estrecho. Nuestra guía, Ece, señalaba palacios y mezquitas entre historias de sultanes y antiguas fiestas de verano. La brisa era fresca pero nada fría, justo para agradecer mi bufanda. En algún lugar cercano se olía pescado a la parrilla, o tal vez solo era mi imaginación antes de la cena.
Nos asignaron una mesa junto a la ventana (dijeron que cada grupo tiene la suya), lo que se sentía elegante pero también muy cómodo. La cena llegó en etapas: primero los mezes fríos (la berenjena tenía un sabor ahumado y dulce), luego pan caliente que soltaba vapor al romperlo. Intenté pronunciar “çoban salatası” correctamente; Ece se rió y me ayudó, lo que alivió la vergüenza. En medio de los platos, una bailarina de danza del vientre empezó a moverse entre las mesas, sus caderas marcando el ritmo de un tambor salvaje. La gente aplaudía, incluso algunos turistas tímidos fueron invitados a bailar. No soy muy buen bailarín, pero fue imposible no sonreír.
Pasar bajo el Puente del Bósforo de noche fue algo que me impactó más de lo que esperaba: todas esas luces parpadeando arriba mientras los ferris cruzaban en ambas direcciones. El Palacio de Beylerbeyi parecía casi irreal bajo la luz de la luna; alguien a mi lado susurró que solía alojar a reyes y presidentes. El espectáculo cambió de bailes folclóricos a flamenco (no sé por qué flamenco en Estambul, pero funcionó). Para el postre ya había dejado de preocuparme por la hora o en qué lado del continente estábamos, solo miraba cómo pasaba la Fortaleza de Rumeli, sus muros de piedra reflejando la luz.
Desde el agua, Estambul se siente más grande de alguna manera. Cuando atracamos, me di cuenta de que casi no había mirado el móvil en toda la noche. No sé si fue la música o esa sensación de estar en un lugar tan antiguo y lleno de vida a la vez. De todos modos, a veces todavía recuerdo esa vista bajo el puente.
Sí, hay recogida disponible en zonas céntricas como Sultanahmet, Taksim, Sirkeci, Kabataş, Eminönü, Şişli, Aksaray, Karaköy, Levent y Beyoğlu si se selecciona al reservar.
El menú combina entrantes fríos y calientes (mezes), ensaladas frescas como la çoban salatası, platos principales de inspiración turca y postres.
Puedes elegir entre refrescos ilimitados o bebidas alcohólicas locales con límite de 2 copas por persona; las bebidas extra tienen coste adicional.
El espectáculo incluye danza del vientre, bailes folclóricos de Anatolia, actuaciones de flamenco latino y música tradicional turca con un animador.
Pasarás por el Palacio de Dolmabahçe, la Mezquita de Ortaköy, el Puente del Bósforo, la Fortaleza de Rumeli y el Palacio de Beylerbeyi a lo largo del estrecho.
Sí, los bebés pueden ir en cochecito o sentarse en el regazo de un adulto; además hay opciones de transporte público cercanas.
La duración total incluye traslados entre puntos; el tiempo exacto depende del tráfico y lugar de embarque, pero suele ser varias horas a bordo.
Cada grupo tiene su propia mesa privada reservada para la cena durante el crucero.
Tu noche incluye recogida opcional en hoteles de zonas céntricas como Sultanahmet o Taksim (si se elige), mesa privada en un barco decorado que navega por el Bósforo pasando por lugares históricos como el Palacio de Dolmabahçe y la Fortaleza de Rumeli; cena turca de varios platos con refrescos ilimitados o alcohol local limitado; además de entretenimiento en vivo con danza del vientre, bailes regionales y flamenco latino, antes de regresar a tierra esa misma noche.
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