Si buscas momentos auténticos con la fauna—elefantes de cerca, leones en el cráter, manadas interminables de ñus—y quieres conocer gente local en el camino, este safari de 5 días en Tanzania reúne todo lo mejor sin prisas.
La primera mañana empezó temprano en Arusha. Recuerdo que el aire aún estaba fresco cuando nuestro guía nos esperaba en el lobby del hotel, con una sonrisa tranquila y conociendo todos los atajos para salir de la ciudad. El viaje hacia el Parque Nacional Tarangire duró unas dos horas. En el camino vimos pequeños puestos en la carretera vendiendo plátanos y telas kitenge de colores vivos. Ya dentro de Tarangire, no tardamos en ver una fila de elefantes que se dirigían al río. Se les escuchaba chapotear mientras bebían. Nuestro guía, Joseph, nos señaló baobabs que parecían sacados de un cuento. Paramos a almorzar bajo unas acacias—te aseguro que nunca olvidarás el sabor del mango fresco con polvo en los dedos.
El día siguiente fue todo para el Serengeti. Es un viaje largo—unas cuatro horas—pero siempre hay algo para ver: pastores masái con su ganado, niños saludando desde la carretera. El Serengeti es una llanura infinita; te sientes diminuto ahí. Vimos manadas enormes de ñus y en un momento una chita cruzó la carretera tan rápido que casi no la vi. Esa noche, en el campamento Signature Serengeti, me dormí escuchando a las hienas lejanas—raro, pero reconfortante.
Pasamos un día completo explorando distintos rincones del Serengeti. Hay un charco de hipopótamos donde primero los hueles antes de verlos (no huelen a rosas). Si te animas y no te importa madrugar, también puedes hacer un paseo en globo aerostático; una pareja del grupo lo hizo y volvió con sonrisas y anécdotas de jirafas vistas desde el aire y desayuno con champán en plena sabana.
El cuarto día partimos hacia las tierras altas de Ngorongoro tras un último safari en la niebla de la mañana. El descenso al cráter Ngorongoro fue impresionante—la vista desde arriba parece de otro mundo. En el fondo vimos de todo: leones descansando junto al camino y flamencos agrupados en lagunas poco profundas. El almuerzo fue picnic otra vez; recuerdo compartir galletas con nuestro guía mientras cebras pastaban cerca. Por la tarde visitamos un boma masái donde un anciano nos explicó sus tradiciones—incluso nos mostró cómo hacen fuego con palos (lo intenté… no es tan fácil como parece).
El último día nos llevó al Parque Nacional Lago Manyara. El bosque aquí es más denso que en cualquier otro lugar del viaje; la luz apenas se filtra. Buscamos leones trepadores (son famosos aquí), pero sobre todo vimos monos saltando entre las ramas y muchas aves—calaos, martines pescadores e incluso pelícanos rosados cerca del agua. Había una opción para caminar por pasarelas en las copas de los árboles, pero yo preferí hacer una caminata por el pueblo y charlar con la gente local sobre su día a día mientras tomábamos un té dulce con leche antes de regresar a Arusha.
Sí, los vehículos y la mayoría de áreas son accesibles; avísanos tus necesidades al reservar para organizar todo.
Los trayectos varían: entre 2 y 4 horas entre parques, más los safaris dentro de cada reserva, con muchas paradas para fotos o descansos.
¡Sí! Todas las comidas están incluidas, desde almuerzos tipo picnic en los safaris hasta cenas en lodges o campamentos.
Puedes añadir experiencias como el paseo en globo en Serengeti por un costo adicional; solo avísanos con tiempo para organizarlo.
Tu safari incluye todas las entradas a parques, safaris guiados con expertos locales, alojamiento en lodges o campamentos cómodos (con baño privado), todas las comidas desde el almuerzo del primer día hasta el almuerzo del quinto, agua embotellada durante los recorridos, traslados al aeropuerto si los necesitas y opciones de accesibilidad si las solicitas.
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