Si quieres sentir realmente el alma de Ginebra, no solo hacer fotos, este tour privado a pie es para ti. Pasearás por callejones escondidos, escucharás historias que solo los locales conocen y verás de cerca los grandes atractivos como la Catedral de San Pedro y el Reloj de Flores con alguien que sabe de verdad.
Sabes que estás en Ginebra cuando el aire huele a castañas asadas y a la brisa del lago. Nuestra guía, Marie, nos esperaba justo en el Jardín Inglés—nos señaló el famoso Reloj de Flores, que era más pequeño de lo que imaginaba pero tan brillante que parecía brillar sobre el verde. La fuente cercana murmuraba suavemente mientras algunos locales leían el periódico en los bancos. Desde ahí empezamos a caminar, entre callejuelas estrechas donde cada adoquín parecía contar su propia historia.
Subir hasta la Catedral de San Pedro fue todo un reto—esos viejos escalones de piedra no son broma—pero la recompensa valió la pena: vistas sobre tejados rojos y los Alpes al fondo si el día está despejado. Dentro, Marie nos explicó que este lugar fue un templo romano antes de convertirse en el corazón del protestantismo calvinista. Aún se notaban las huellas de distintas épocas en los pilares desiguales y los vitrales. Incluso nos mostró una pequeña capilla lateral que casi nadie visita.
La siguiente parada fue el Ayuntamiento. Tiene una rampa en espiral en lugar de escaleras—dicen que la construyeron para que los caballos pudieran subir a los pisos superiores en su día. Afuera vimos antiguos cañones alineados en la pared; Marie contó que datan del siglo XVI y que todavía los pulen para eventos especiales. La Place du Bourg-de-Four estaba llena de gente tomando café en el Café La Clémence (el aroma del espresso flotaba por la plaza), y nos habló de sus raíces romanas y cómo se convirtió en el centro social de Ginebra hace siglos.
El Parque de los Bastiones se sentía más tranquilo—aquí unos estudiantes jugaban ajedrez en tableros gigantes al aire libre cerca del Muro de la Reforma. El monumento es enorme, se extiende a lo largo de una antigua muralla bajo árboles frondosos. No puedes evitar sentirte pequeño bajo las figuras talladas de Calvino y sus compañeros reformadores, especialmente sabiendo toda la historia que pasó justo aquí.
Terminamos en la Place de Neuve, donde los tranvías pasaban haciendo ruido y la música salía de las ventanas abiertas del Conservatorio. El Gran Teatro lucía más imponente que nunca tras su renovación—Marie compartió historias de incendios y actuaciones famosas que me dieron ganas de volver para un espectáculo nocturno algún día.
Sí, es accesible para cochecitos y todas las zonas principales son aptas para familias con niños pequeños.
¡Claro! Tu guía local puede ajustar la ruta o el ritmo según tus intereses el día del tour.
El tour se realiza con lluvia o sol—solo lleva paraguas o impermeable. Muchas paradas tienen refugio si hace falta.
Guía local exclusivo para tu grupo, itinerario flexible (puedes modificar paradas sobre la marcha) y consejos de expertos durante el recorrido. También accesible para silla de ruedas.
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?