Si buscas dos días llenos de castillos, pueblos medievales, sabores locales y relatos auténticos—no solo lugares turísticos—esta excursión por Transilvania es para ti. Disfrutarás de grupos pequeños, guías expertos y muchas oportunidades para explorar a tu ritmo.
Salimos temprano de Bucarest—con café en mano y una ligera neblina aún sobre la ciudad. Nuestro guía, Andrei, animaba el viaje con historias sobre la familia real mientras ascendíamos hacia Sinaia. El Castillo de Peleș parece sacado de un cuento de hadas. Recuerdo el aroma a pino mientras subíamos por el sendero; dentro, la carpintería y los vitrales superaron todas mis expectativas. Si te apasiona la historia o simplemente quieres ver cómo vivía la realeza rumana, este lugar es imprescindible.
La siguiente parada: el Castillo de Bran. Todos lo llaman el Castillo de Drácula, pero en realidad tiene su propio encanto—escaleras estrechas, suelos que crujen y vistas a las colinas que te hacen olvidar por un momento a los vampiros. Afuera había un pequeño mercado con quesos locales y mermelada de ciruela; compré un poco para más tarde. Llegamos a Brașov a primera hora de la tarde. La plaza del casco antiguo estaba llena de vida—músicos tocando cerca de la Iglesia Negra, niños persiguiendo palomas. Tuvimos hora y media para pasear o almorzar (yo opté por un plato de ciorbă en La Ceaun). Después seguimos rumbo a Sighișoara para pasar la noche.
La mañana siguiente comenzó con pasteles frescos y café en la ciudadela de Sighișoara—caminar por esas calles empedradas antes de que llegaran las multitudes fue como viajar en el tiempo. Nuestro guía nos mostró la Torre del Reloj y señaló el lugar de nacimiento de Vlad el Empalador (sí, Drácula otra vez). La ciudadela ha estado habitada por siglos—verás ropa tendida en las ventanas y vecinos charlando en las puertas.
Luego visitamos Sibiu. El centro está lleno de edificios pastel y patios escondidos; recorrimos la Catedral Evangélica y cruzamos el Puente de las Mentiras (los locales dicen que chirría si mientes). Ya por la tarde paramos en las fuentes de Călimănești—se siente un leve aroma mineral en el aire—y probamos el agua directamente de la fuente (la leyenda dice que Napoleón III también lo hizo). El Monasterio de Cozia se encuentra tranquilo entre río y montaña—un final apacible antes de regresar a Bucarest.
Los grupos son pequeños—no más de cinco viajeros por excursión para una experiencia relajada.
Tu guía recomendará hoteles según tu presupuesto y puede ayudarte a reservarlos.
Las entradas del guía están cubiertas; las tuyas no, pero se pueden gestionar fácilmente durante la excursión.
Sí—está diseñada para que cualquiera pueda participar cómodamente. Hay algo de caminata, pero nada exigente.
Viajarás en minibús o coche cómodo con Wi-Fi gratis durante todo el trayecto.
Contarás con transporte privado con Wi-Fi gratuito, un guía/conductor de habla inglesa disponible durante ambos días (sus comidas y alojamiento están cubiertos), todos los gastos del vehículo incluidos—gasolina y peajes—y recomendaciones de hoteles con ayuda para reservar si lo necesitas. Hay opciones de transporte público cerca si quieres explorar por tu cuenta.
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