Si buscas una experiencia auténtica del campo ruandés—lagos, aldeas vibrantes e incluso una visita a la escuela—esta caminata te lo ofrece todo en un solo día. Sudarás la camiseta, pero te llevarás historias y fotos que pocos viajeros logran.
La ruta comienza justo después del amanecer—el aire fresco y una ligera neblina sobre los campos. Nos encontramos con nuestro guía cerca del mercado de Gakenke, donde ya se escuchan los regateos por plátanos y yuca. El camino serpentea entre pequeñas aldeas; los niños saludan desde las puertas y se percibe el aroma del humo de leña de los desayunos. No es un paseo plano—prepárate para que las piernas sientan el esfuerzo—pero las vistas te motivan a seguir adelante.
A mitad de camino hicimos una pausa en la escuela primaria Mushubi. La campana acababa de sonar y vimos a los estudiantes salir al patio, sus risas resonando por la ladera. Nuestro guía contó historias sobre la vida local y señaló la Roca Bagenge a lo lejos—un punto de referencia que pasarías por alto si no supieras dónde mirar. Desde la cima (a 2.660 metros) se abre una panorámica amplia de los lagos Burera y Ruhondo, salpicados de barcas de pesca si tienes suerte con el momento. La bajada es más rápida, pero cuidado con las piedras que pueden estar resbaladizas tras la lluvia.
Esta ruta es ideal para personas con buena forma física—hay tramos empinados y dura unas 4-5 horas ida y vuelta, incluyendo paradas.
Sí, se incluyen snacks durante el recorrido. Lleva agua extra porque al mediodía puede hacer calor.
No se recomienda esta caminata para quienes tengan lesiones en la columna, problemas cardíacos o estén embarazadas debido al esfuerzo físico.
Zapatos cómodos con buen agarre, protección solar y una botella de agua recargable son esenciales. El clima en la colina puede cambiar rápido.
Recibirás snacks durante la caminata y la guía de alguien que conoce cada rincón del sendero. Hay opciones de transporte público cerca para llegar al punto de inicio.
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?