Conduce tu propio buggy por los senderos salvajes de Punta Cana con un guía local, para a tomar café dominicano fuerte en un colmado rural y explora la misteriosa Cueva Fantasy antes de subir a la divertida Bedrock City. Prepárate para risas, zapatos embarrados y momentos que recordarás mucho después de dejar el polvo atrás.
Lo primero que recuerdo es el polvo levantándose detrás de nuestro buggy mientras avanzábamos por el sendero fuera de Bávaro. De repente, un estallido de verde—plátanos, seguido de destellos azules de casas pintadas. Nuestro guía, Miguel, nos hizo señas para bajar la velocidad cerca de un grupo de vacas (que, sinceramente, parecían indiferentes a nuestra presencia). El motor vibraba bajo mis manos y olía a tierra mezclada con algo dulce—¿quizá caña de azúcar? Mi amigo intentó gritar por encima del ruido, pero solo alcancé a escuchar risas.
Paramos en un colmado diminuto que parecía llevar ahí toda la vida. Dentro, dos mujeres charlaban rápido en español mientras un niño contaba monedas para comprar pan. Miguel nos sirvió tazas pequeñas de café dominicano—fuerte, casi como jarabe. Sonrió cuando puse cara tras el primer sorbo; “café de verdad,” dijo. Nadie nos presionó para comprar, pero yo agarré unas chips de plátano de todos modos. Simplemente se sentía bien. Ahí caí en cuenta: no era algo montado, era gente viviendo su día a día.
El siguiente tramo fue más salvaje—más baches, más barro (mis zapatos aún lo recuerdan). Pasamos por fincas y acantilados que parecían tallados por gigantes. De repente, paramos en la entrada de la Cueva Fantasy. Adentro hacía más fresco, el aire húmedo pegándose a la piel mientras esquivábamos estalactitas que brillaban con la luz de las lámparas. El suelo era irregular y tropezaba seguido—no había barandales ni caminos pulidos. Miguel nos contó historias sobre cómo estas cuevas solo se abren para nuestro grupo; se sentía raro, como si nos hubieran dejado entrar a un secreto.
Arriba estaba Bedrock City—un conjunto de cuevas decoradas con cosas de Los Picapiedra: el “auto” de Pedro Picapiedra, letreros coloridos e incluso un dinosaurio pintado (no estoy seguro de qué especie). Era divertido pero encantador después de tanta realidad abajo. De regreso, con el sol en la cara y el viento secándome el cabello, me di cuenta de cuánto necesitaba esta mezcla caótica de diversión y sorpresa. A veces solo quieres sentirte fuera de lugar—pero para bien.
El recorrido en buggy cubre unos 10 kilómetros y tiene varias paradas; dura alrededor de 3 horas incluyendo las visitas a las cuevas.
Sí, la recogida y regreso al hotel están incluidos al reservar esta aventura.
Pasarás por plantaciones de plátano, casas coloridas, animales de granja como vacas y burros, y visitarás la Cueva Fantasy y Bedrock City.
Sí, los niños pueden unirse pero deben ir acompañados de un adulto; se requiere un mínimo de dos personas por reserva.
No incluye almuerzo, pero puedes comprar snacks en el colmado local durante una de las paradas.
Sí, guías profesionales acompañan a cada grupo durante todo el recorrido y las visitas a las cuevas.
Recomiendan llevar gafas de sol y algo para cubrir la boca del polvo; es obligatorio usar zapatos cerrados.
No, no se recomienda para personas con problemas de espalda ni mujeres embarazadas debido al terreno irregular.
Tu día incluye recogida y regreso al hotel en Punta Cana, agua embotellada para mantenerte fresco, cascos para seguridad en los caminos irregulares y la guía de expertos locales multilingües en todo momento—desde las instrucciones para conducir en el rancho hasta explorar ambas cuevas juntos antes de regresar cubiertos de polvo pero felices.
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