Recorre las calles antiguas de Praga con un guía local que comparte historias que no encontrarás en ningún libro, y luego disfruta de una cata relajada en una vinoteka checa auténtica con snacks regionales. Prepárate para reír con las pronunciaciones difíciles, descubrir sabores de Moravia y conocer el lado más tranquilo de la ciudad que muchos turistas no ven.
No sabía qué esperar cuando nos encontramos cerca del Reloj Astronómico, solo que necesitaba algo más tranquilo que el ritmo habitual. Nuestra guía, Jana, tenía una forma suave de entrelazar historias con las piedras del empedrado mientras caminábamos por las calles antiguas. Señaló una ventanita diminuta donde siglos atrás la gente compraba pan (seguro que yo la habría pasado por alto), y hubo un momento en que las campanas resonaron sobre el Puente de Carlos y todos nos quedamos en silencio. Se olía castañas asadas por algún lado. Era como si Praga nos estuviera revelando un secreto.
La razón principal por la que reservé fue, sinceramente, la cata de vinos—“vinoteka” sonaba lo suficientemente misterioso. El lugar al que nos llevó Jana no tenía nada que ver con esos bares pulidos de las grandes ciudades; más bien parecía el salón acogedor de alguien, con sillas desparejadas y la luz de las velas que suavizaba a todos. Probamos tres vinos checos (el blanco tenía un aroma a hierba que no sabría describir) y compartimos una tabla de queso y jamón que sabía mucho mejor de lo que parecía. Jana nos contó sobre los viñedos de Moravia y cómo el vino checo es un poco el “underdog”—se rió cuando intenté decir “Veltlínské zelené.” Lo pronuncié fatal, sin duda.
Éramos solo seis en el grupo, así que al final se sintió más como una reunión de amigos que como un típico tour para turistas tachar cosas de la lista. La cata de vinos en Praga no fue nada apresurada ni turística. Más bien, me quedé con ganas de hacer más preguntas o tal vez quedarme para una copa más. A veces tienes suerte con estos grupos pequeños—esa noche fue una de esas. Todavía recuerdo ese último sorbo de tinto mientras regresábamos bajo las luces de la ciudad.
El tour dura aproximadamente 2,5 horas desde el inicio hasta el final.
El paseo comienza a las 16:00 en el centro de Praga.
Sí, se sirve una tabla de queso y jamón junto con los vinos durante la cata.
La referencia menciona queso y jamón; no se especifican opciones vegetarianas.
Sí, todas las áreas y opciones de transporte son accesibles para sillas de ruedas.
La edad mínima para consumir alcohol es 18 años.
Se requiere un mínimo de cuatro participantes; de lo contrario, puede cancelarse.
Sí, todas las bebidas alcohólicas durante la cata están incluidas en la reserva.
Tu noche incluye un paseo guiado por el centro histórico de Praga en el idioma que elijas, seguido de una cata relajada en una vinoteka tradicional con vinos y snacks regionales—una tabla de queso y jamón acompaña cada copa antes de que regreses a la ciudad a tu ritmo.
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