Entra al Reino de los Ferrocarriles en Praga con tu entrada y recorre vastos mundos en miniatura, prueba simuladores reales de tranvías y relájate en zonas familiares. Observa cómo el día se convierte en noche sobre la pequeña Praga y charla con quienes crearon todo—esto no es solo para niños, créeme.
¿Te has preguntado alguna vez cómo se ven 580 metros cuadrados llenos de trenes en miniatura? Yo tampoco, la verdad, hasta que llegamos al Reino de los Ferrocarriles en Praga, a un paso del metro Anděl. El lugar tiene un zumbido suave, como un motor lejano, y se percibe ese ligero olor metálico mezclado con palomitas de maíz de las máquinas expendedoras. Compramos la entrada en taquilla (sin cola, lo cual fue todo un alivio) y de inmediato me invadió una ola de nostalgia. Mi abuelo solía montar maquetas, pero nada comparable a esto. Aquí hay toda una ciudad: coches diminutos esperando en los pasos, luces que parpadean cuando “anochece” sobre las maquetas cada pocos minutos. Tiene algo sorprendentemente relajante.
Lo que más nos encantó fueron los simuladores hechos con tranvías y autobuses reales—mi pareja intentó conducir un tranvía y casi choca contra una estación en miniatura (el personal se rió, así que parece que pasa seguido). Hay algo especial en sentarte en la cabina de un viejo autobús checo que te hace sentir como niño otra vez. Los trabajadores locales estaban encantados de contarnos cómo construyeron todo—un chico nos mostró dónde escondieron cámaras dentro de las locomotoras para poder ver el punto de vista del tren en pequeñas pantallas. Creo que hice demasiadas preguntas sobre cuánto tardan en pegar 1,400 arbolitos diminutos.
Si te entra hambre o necesitas un descanso entre tanto detalle, hay zonas para relajarse con máquinas de snacks (nada gourmet, pero suficiente para los peques), y dos parques infantiles escondidos entre las maquetas. Vimos familias con cochecitos y hasta alguien en silla de ruedas—todo el espacio es accesible sin barreras, algo que valoré más de lo que esperaba. Incluso puedes salir a comer cerca y volver después; solo pide que te sellen el ticket al salir. Todavía recuerdo ese momento cuando todas las luces se atenuaron para simular la “noche” sobre el skyline de Praga—fue raro pero muy emotivo para algo tan pequeño.
La visita suele durar entre 2 y 4 horas según tu ritmo.
Sí, es totalmente accesible con ascensores y baños adaptados.
Sí, la entrada es válida todo el día; solo pide al personal un sello si quieres salir a comer y regresar.
Sí, hay dos parques infantiles y simuladores hechos con tranvías y autobuses reales para que los niños disfruten.
Está a unos 150 metros del metro Anděl, en el barrio Smíchov.
Sí, está permitido tomar fotos o videos para uso personal sin restricciones.
Tu día incluye una entrada válida durante todo el horario del Reino de los Ferrocarriles en Praga—acceso a todas las maquetas, simuladores de transporte público, zonas para descansar con snacks, áreas infantiles, instalaciones accesibles para sillas o cochecitos y muchas oportunidades para fotos antes de irte cuando quieras.
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