Recorre los pasillos llenos de ecos del fuerte Al Zubarah con un guía local, pasea por las casas abandonadas de Jumail donde la historia se siente en cada piedra, y contempla las instalaciones de arte espejadas que brillan en el desierto de Qatar. Un día lleno de momentos inesperados de calma y asombro al norte de Doha.
No esperaba que el silencio en el fuerte Al Zubarah me impactara tanto. Nuestro guía, Khalid, simplemente dejó de hablar a mitad de frase y nos invitó a escuchar: el viento rozando las viejas paredes de piedra caliza, un leve aroma a sal que venía del mar en algún lugar lejano. Nos señaló dónde los arqueólogos siguen excavando alrededor del fuerte, quitando arena como si buscaran historias perdidas. Intenté imaginar este lugar como un puerto bullicioso hace siglos, pero lo único que se oía eran nuestros pasos sobre la grava. Tenía una paz extraña y profunda.
Luego nos llevó en la furgoneta hasta el pueblo de Jumail. Las casas ahora son ruinas, con muros de piedra y barro y puertas abiertas al cielo. Ver redes de pesca viejas enredadas en las esquinas te hace pensar en quiénes vivieron aquí antes de que todo quedara en silencio. Khalid nos contó sobre las familias dedicadas a la pesca de perlas y cómo la gente se reunía a tomar café en lo que hoy son solo habitaciones vacías. Intenté decir “shukran” a un anciano que nos saludó desde su porche; él sonrió y me respondió algo que no entendí del todo.
La última parada fue, sin duda, la más extraña: la instalación de Olafur Eliasson en el desierto al norte de Al Zubarah. Conduces por un paisaje vacío durante mucho rato y de repente aparecen estas columnas espejadas que emergen de la arena, reflejando la luz del sol por todos lados. No sé si lo entendí del todo, ¿quizás ese es el punto? Nos quedamos allí, entrecerrando los ojos para ver nuestro reflejo, hasta que alguien empezó a reír porque parecíamos fantasmas bajo ese sol tan fuerte. En días despejados se puede ver Bahréin al otro lado del agua, pero hoy solo había calor y algunas aves volando. Sigo pensando en esa sensación de ser tan pequeño en un espacio tan inmenso.
El fuerte Al Zubarah está en la costa noroeste de Qatar, a unos 105 km (alrededor de 1 hora y 15 minutos en coche) desde Doha.
Sí, pueden participar bebés y niños pequeños; se permiten cochecitos y hay asientos para bebés disponibles.
Incluye agua embotellada, café o té, transporte en vehículo con aire acondicionado y guía durante todo el recorrido.
En días despejados es posible ver Bahréin desde Al Shamal durante esta excursión.
Según la información, el tour es accesible para personas en silla de ruedas.
Un equipo internacional liderado por la Autoridad de Museos de Qatar realiza las excavaciones en Al Zubarah.
La instalación consiste en columnas espejadas ubicadas en el paisaje desértico al norte del fuerte Al Zubarah.
Tu día incluye recogida en vehículo con aire acondicionado desde Doha o zonas cercanas, abundante agua embotellada (imprescindible aquí), pausas para café o té, y tiempo con un guía local que compartirá historias en cada parada antes de llevarte de regreso—sin preocuparte por la logística ni las entradas en ningún punto del recorrido.
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