Camina por un bosque frondoso cerca de San Juan con guías locales antes de volar por cinco tirolesas—incluyendo una épica de 300 metros—y cruzar puentes colgantes altos entre los árboles. La aventura termina en un bar de mojitos en la cima donde todos se relajan juntos. Prepárate para risas, rodillas temblorosas y vistas que no olvidarás.
“Si gritas, los pájaros te responderán,” sonrió nuestro guía Luis mientras ajustaba mi arnés. Pensé que bromeaba, pero después de la primera tirolesa—el viento en mis oídos y las palmas sudorosas sobre el cable—juro que escuché algún pajarito contestándome. Todo empieza tan cerca de San Juan que apenas terminas tu café y ya estás en medio de la verde extensión de Hacienda Campo Rico, con el casco despeinándote el cabello.
La caminata de entrada es corta pero casi mágica—el barro pegándose a mis zapatos, la luz del sol filtrándose entre las hojas, y el aroma de algún perfume mezclado con tierra húmeda. Luis nos señaló unos plátanos silvestres y contó cómo su abuela los freía para el desayuno (todavía se me antojan). Luego llegó la primera tirolesa: 300 metros de largo y tan alta que entre los árboles se veían destellos del azul del mar. Mi corazón latía tan fuerte que casi no escuché sus instrucciones para mantener las rodillas arriba al aterrizar. La verdad, no esperaba reír tanto—todos en el grupo hicimos algún baile torpe en el aire.
Los puentes colgantes eran inestables y daban un poco de miedo si mirabas hacia abajo—a unos nueve metros del suelo, con solo una red y tu equilibrio. En un momento, un chico detrás empezó a cantar reguetón en voz baja, lo que de alguna forma hizo que diera menos miedo (¿o más?). Los guías nos mantenían en movimiento pero sin apurarnos; revisaban cada arnés dos veces y se aseguraban de que hasta los más nerviosos se sintieran seguros para intentar cada línea. Para la última tirolesa ya no pensaba en la altura, solo me dejé llevar.
Terminas justo en un bar de mojitos en la cima de una colina—literalmente aterrizas casi en la puerta—y aunque las bebidas no están incluidas, se siente como una recompensa. El mojito estaba frío y con mucho menta (quizá demasiado hielo), y todos nos sentamos a comparar quién gritó más fuerte. Si buscas una escapada rápida desde San Juan que no se sienta muy turística ni armada, este tour de tirolesas vale totalmente la pena—aunque tu cabello nunca vuelva a ser el mismo después del casco.
Está a solo cinco minutos en auto desde el centro de San Juan.
El tour tiene cinco tirolesas y cinco puentes colgantes.
Puedes elegir entre sesiones a las 9:30 AM, 1:30 PM o 3:30 PM (puesta de sol).
Sí—máximo 104 kg (113 kg si mides 1.83 m o más).
No—las bebidas y comida en el bar se compran por separado.
No incluye recogida; debes organizar tu transporte hasta Hacienda Campo Rico.
Usa ropa cómoda y zapatos cerrados aptos para caminar y actividades al aire libre.
Sí—todos los tours incluyen guías profesionales certificados que se encargan de la seguridad y revisan el equipo.
Tu medio día incluye todo el equipo de seguridad—casco, arnés, guantes—una explicación completa de guías locales certificados que te acompañan en cada tirolesa y puente. Terminas en el bar de mojitos donde puedes comprar bebidas o snacks antes de regresar a San Juan por tu cuenta.
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