Pisarás la suave arena de San Juan mientras la música de salsa se mezcla con el sonido de las olas al atardecer. Con una guía local marcando cada paso, bailarás descalzo en la arena cálida—no necesitas experiencia—y compartirás risas con nuevos amigos mientras el cielo cambia de color. Una tarde donde el ritmo y la brisa marina se quedan contigo mucho después de irte.
Bajamos a la arena justo cuando el sol empezaba a esconderse tras unas nubes perezosas sobre San Juan. Había una brisa salada y ya podía escuchar la música de salsa antes de ver a nuestro grupo — se escuchaba como si flotara por toda la playa, mezclándose con el sonido de las olas y las risas de unos niños que jugaban cerca. Nuestra guía, Marta, nos saludó con ambas manos y una sonrisa enorme, llamando a cada uno como si nos conociera de toda la vida. La verdad, estaba un poco nervioso — mis caderas no son muy amigas de la salsa — pero a nadie parecía importarle eso.
Marta nos emparejó y nos enseñó a contar los pasos. Tenía una forma de aplaudir justo en el ritmo, nítido y claro, que te hacía caer en la música sin esfuerzo. La arena estaba cálida bajo mis pies y algo irregular, lo que me hizo reír cuando casi tropecé con una concha (mi pareja me sostuvo a tiempo — un buen salvavidas). En un momento, un perrito pequeño se coló en nuestro círculo y todos seguimos bailando a su alrededor sin perder el paso. El cielo se volvió rosa-anaranjado por un instante y pensé, wow, esto está pasando — yo bailando salsa en una playa puertorriqueña al atardecer. Nunca imaginé estar aquí.
No esperaba que fuera tan divertido equivocarnos juntos — Marta decía “¡otra vez!” y todos volvíamos a empezar, sin presión. Nos contó que su abuela le enseñó a bailar en la cocina de Viejo San Juan (“con menos arena,” bromeaba). La música siguió sonando incluso después de que el sol desapareciera tras el mar; todavía se sentía vibrar en el pecho. La verdad, a veces aún recuerdo esa vista cuando escucho salsa en casa.
Sí, está pensada para todos los niveles, especialmente para quienes empiezan.
No, no hace falta pareja; durante la clase te emparejan con alguien.
Sí, todas las áreas y superficies son accesibles en silla de ruedas.
Sí, pueden asistir bebés y niños pequeños en cochecitos o carriolas.
Incluye música para bailar, pero no menciona músicos en vivo.
La clase se lleva a cabo en una playa a lo largo de la costa de San Juan al atardecer.
No especifican duración exacta, pero suele cubrir el horario del atardecer.
Sí, los animales de servicio están permitidos en la clase.
Tu tarde incluye una clase guiada de salsa justo en la arena de San Juan al atardecer, con música animada todo el tiempo—no necesitas experiencia y es totalmente accesible para sillas de ruedas y familias con cochecitos.
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