Sumérgete en el pasado de Lisboa mientras recorres a pie los sitios emblemáticos de Belém: atraviesa monasterios centenarios, sube a torres junto al río y saborea frescos Pastéis de Belém directamente de su pastelería original.
El aire en Belém siempre lleva un toque del río: salado, un poco fresco incluso cuando el sol brilla. Nos encontramos con nuestra guía justo frente al Monasterio de los Jerónimos, donde la piedra está tan detallada que puedes perder la noción del tiempo solo siguiendo sus relieves con la mirada. Ella señaló tallas que jamás habría notado sola: pequeñas cuerdas y criaturas marinas escondidas en los arcos. Dentro, la luz del sol se filtraba a través de los vitrales, pintando la antigua piedra con suaves colores. La tumba de Vasco da Gama reposa en silencio junto a la entrada; nuestra guía nos contó cómo este lugar fue construido para honrar su regreso de la India, lo que hacía que no pareciera un museo, sino una pieza viva de la historia.
Desde allí, caminamos hacia la orilla del río. La Torre de Belém se alza justo en el borde del agua, más pequeña de lo que esperaba pero de alguna manera más impresionante de cerca. Se oyen gaviotas sobrevolando y, si tienes suerte con el momento, puedes captar el aroma de sardinas a la parrilla de los puestos cercanos. Nuestro grupo se detuvo para tomar fotos mientras la guía explicaba cómo los exploradores partían desde aquí rumbo a lo desconocido. A pocos pasos está el Monumento a los Descubrimientos, una enorme embarcación de piedra con figuras alineadas en su proa. La vista desde su base es otra historia: ves tanto el puente como los barcos que pasan, y si entrecierras los ojos casi puedes imaginar las naves partiendo hacia la India o Brasil.
Ninguna visita a Belém está completa sin parar en esa famosa pastelería de azulejos azul y blanco, la que sirve Pastéis de Belém desde 1837. La fila avanza rápido; dentro huele a azúcar y canela recién horneados. Tomamos los nuestros aún calientes, espolvoreados con azúcar glas, y los comimos de pie afuera porque, sinceramente, saben mejor así: crujientes por fuera y cremosos por dentro. Nuestra guía nos dio consejos sobre cómo los locales los disfrutan (nunca sin canela), lo que se sintió como un pequeño secreto compartido.
La excursión suele durar entre 2 y 3 horas, dependiendo del ritmo del grupo y el interés en cada parada.
La entrada a la iglesia de los Jerónimos está incluida; el acceso completo al monasterio puede requerir un ticket adicional en el lugar.
La ruta es mayormente plana y fácil de caminar, aunque implica algo de tiempo de pie; todas las edades son bienvenidas si se sienten cómodos caminando un par de horas.
¡Sí! Probar estos famosos pasteles en su histórica pastelería forma parte de la experiencia.
Tu paseo guiado incluye visitas a la iglesia de los Jerónimos (con comentarios expertos), paradas en la Torre de Belém y el Monumento a los Descubrimientos, además de un pastel de Belém recién hecho en su tienda original. Hay opciones de transporte público cercanas para facilitar la llegada o salida.
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