Recorre los coloridos mercados de Chinchero, respira el aire de montaña en las terrazas de Moray, viaja en tren junto a ríos caudalosos hasta Aguas Calientes y explora Machu Picchu al amanecer con un guía local, todo con recogida en hotel y entradas incluidas.
Lo admito — me puse un poco nervioso cuando el chofer nos recogió en Cusco. Hay algo especial en salir tan temprano de la ciudad y adentrarte en el Valle Sagrado, como si estuvieras entrando en un cuento antiguo. El aire se volvió más frío y puro a medida que subíamos. En el mercado de Chinchero intenté regatear por una bufanda (no es lo mío), pero la vendedora solo sonrió y me la puso al cuello igual. Tenía un aroma suave a hojas de eucalipto — o tal vez era solo la brisa que venía de las colinas. Nuestro guía, Diego, nos mostró cómo aún usan tintes naturales para tejer. No recordaba ni la mitad de las plantas que mencionó, pero me gustó que se tomara el tiempo para explicarlo todo.
Las terrazas de Moray parecían casi irreales con la luz de la mañana — como huellas verdes marcadas en la tierra. Diego contó que los incas experimentaban con cultivos a distintas alturas. Es curioso cómo la genialidad práctica puede resultar tan hermosa sin querer. Luego visitamos las salineras de Maras; filas y filas de pozas blancas brillando bajo un cielo que no sabía si llover o no. Si respirabas profundo, podías sentir la sal en el aire. Almorzamos en Urubamba en un buffet — probé un guiso de alpaca (no estaba mal) y comí demasiadas papas. Después de recorrer la fortaleza de Ollantaytambo (donde los niños jugaban fútbol justo al lado de muros milenarios), tomamos el tren de la tarde hacia Aguas Calientes. Ver pasar las montañas borrosas por las ventanas me dejó en silencio por un rato.
La mañana siguiente empezó antes del amanecer — no soy mucho de madrugar, la verdad — pero hay algo especial en unirse a esa fila somnolienta de viajeros esperando el primer bus a Machu Picchu, que te hace sentir parte de algo más grande. Nuestro guía local nos llevó por pasillos de piedra cubiertos de niebla y nos señaló lugares donde las llamas habían dejado su huella en la historia (ojo con dónde pisas). Contó historias de Pachacutec y ciudades perdidas; a veces solo escuchaba a medias porque me quedaba mirando las nubes que flotaban sobre esos picos verdes y afilados.
Después tuvimos tiempo para recorrer solos las terrazas de Machu Picchu. Me senté en un muro bajo un rato, viendo cómo la luz del sol se movía sobre las piedras — suena cursi, pero en ese momento fue algo importante. De regreso a Aguas Calientes, alguien bromeó con meternos los pies cansados en las aguas termales (yo me rajé; tal vez la próxima). El viaje en tren de regreso a Cusco se sintió más lento, como si nadie quisiera que acabara aún.
El tour dura 2 días y 1 noche, saliendo y regresando a Cusco el segundo día.
Sí, la recogida en tu hotel de Cusco está incluida al inicio del tour.
No, todos los boletos de tren entre Ollantaytambo y Aguas Calientes están incluidos.
Sí, las entradas a la ciudadela de Machu Picchu están incluidas en el paquete.
Hay una parada para almorzar tipo buffet en Urubamba; cuesta $20 USD por persona y es opcional.
Tu guía habla inglés y español durante todo el tour por el Valle Sagrado y Machu Picchu.
Pasarás una noche en un hotel 3 estrellas en Aguas Calientes, cerca de Machu Picchu.
Se toma un bus desde Machu Picchu hasta Aguas Calientes, luego tren a Ollantaytambo y finalmente traslado en auto a Cusco.
Tu viaje incluye recogida en hotel en Cusco, tours guiados por el Valle Sagrado y Machu Picchu con entradas incluidas, transporte cómodo durante todo el recorrido, tren ida y vuelta entre Ollantaytambo y Aguas Calientes, traslado en bus a Machu Picchu, desayuno en el hotel de Aguas Calientes donde pasarás la noche, y traslado de regreso a Cusco en auto por la tarde.
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