Te levantarás temprano pero con energía: pan recién horneado cerca de Lima, lobos marinos en las Islas Ballestas, buggies salvajes en Huacachina y pisco directo del viñedo. Este tour combina la costa peruana — sus sabores, historias y paisajes salvajes — con tiempo para disfrutarlo de verdad.
Confieso que no esperaba estar comiendo pan recién salido de un horno de barro antes del amanecer, a las afueras de Lima, pero así empezó este viaje. Nuestro chofer nos recogió justo en nuestro hostal de Miraflores (todavía oscuro), y cuando paramos en Mirasur para desayunar, ya olía a leña y café antes de bajar del bus. El pan estaba tan caliente que casi me quemaba los dedos. Es curioso cómo algo tan simple se queda más en la memoria que los grandes paisajes.
Llegamos a Paracas cuando el sol ya calentaba de verdad. Nuestra guía, Carla, parecía conocer a todo el pueblo — saludaba a los pescadores que recogían redes en la bahía mientras caminábamos por el Malecón. El paseo en bote a las Islas Ballestas fue un concierto de aves marinas y lobos marinos ladrando; la brisa salada me rozaba los labios y los pelícanos volaban muy cerca. Carla señaló el geoglifo del Candelabro tallado en los acantilados de arena — dijo que nadie sabe bien quién lo hizo ni por qué. Intenté sacar una foto, pero terminé entrecerrando los ojos por el viento. Más tarde, por la tarde, recorriendo los túneles bajo la Hacienda San José, sentí un escalofrío que no tenía que ver con el frío. Las historias de esos túneles… no se olvidan fácil.
Al día siguiente la aventura se desató rápido — los buggies en Huacachina no son para quienes le temen a las montañas rusas (no sé si grité más o me reí). La arena se mete por todos lados. El atardecer tiñó las dunas de un dorado rosado mientras probábamos sandboard; mi primera bajada fue más caídas que otra cosa, pero a nadie le importó. Hay algo en ese oasis al anochecer — niños jugando junto a la laguna, música que llega desde los bares en las azoteas — que te invita a quedarte un rato más.
La cata de pisco en el viñedo Nietto fue nuestra última parada antes de regresar al norte. Uvas secándose al sol polvoriento, viejos tinajas de barro alineadas como guardianes en la bodega. Probar diferentes piscos uno al lado del otro es mucho más divertido de lo que imaginaba (todavía no logro pronunciar bien “Quebranta”). Nos sentamos a compartir historias con la guía y algunos locales que pasaron a tomar algo; parecía que llevábamos horas allí, no solo un par.
El tour dura 3 días con transporte ida y vuelta desde Lima, con paradas en Paracas y Huacachina.
Sí, recogida y regreso puerta a puerta si tu hotel está en Miraflores, Barranco o San Isidro.
Incluye paseo en buggy por las dunas y sandboard al atardecer.
Sí, el tercer día hay tour guiado y cata en el viñedo Nietto.
Incluye desayuno local; las demás comidas son por cuenta propia con tiempo libre para almorzar y cenar.
Los niños pueden unirse a casi todo; la edad mínima para buggy y sandboard es 7 años.
El bus de lujo tiene Wi-Fi rápido disponible durante todo el recorrido.
Se llega a Miraflores entre las 11:30 pm y medianoche, según el tráfico.
Tus tres días incluyen recogida y regreso en hoteles dentro de zonas designadas en Lima; viaje en bus de lujo con baño y Wi-Fi a bordo; tours guiados en lancha a las Islas Ballestas; entrada a la Reserva Nacional de Paracas (con opción a upgrade en ATV); exploración de túneles secretos bajo la Hacienda San José; sandboard y buggy en el oasis de Huacachina; cata guiada en el viñedo Nietto; y parada para desayuno campestre en ruta al sur — todo con guías locales bilingües que se encargan de la logística para que solo disfrutes cada momento.
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