Recorre las calles y catacumbas históricas de Lima, navega para ver lobos marinos en las Islas Ballestas, corre en buggy por las dunas de Huacachina y degusta pisco en una antigua hacienda—todo con un guía local que se encarga de cada detalle. Este tour privado desde Lima incluye hoteles y traslados para que solo te concentres en sentir cada momento: sorpresa, risas, y quizás hasta asombro, que perdura mucho después.
“¿Catacumbas, dijiste?” Esa fue mi primera reacción cuando nuestro guía en Lima sonrió y nos llevó a los frescos y resonantes túneles bajo la iglesia de San Francisco. El aire olía a piedra antigua y algo dulce—quizá cera de vela. Me quedé cerca del grupo (no me da pena admitirlo). En la superficie, paseamos por la plaza principal justo cuando cambiaban los guardias—tan formal, pero la gente igual se colaba para tomar fotos. Nuestro guía señaló una pequeña chocolatería cerca de la casa de la literatura; compré un pedazo y se derritió casi al instante en mi mano. La ciudad se sentía ajetreada pero de alguna manera tranquila a esa hora.
La mañana siguiente empezó mucho antes del amanecer—las 4:30 am no es mi mejor momento, pero ver el cielo tornarse rosa sobre la bahía de Paracas valió la pena. Subimos a unos botes pequeños (los llamaban sliders) rumbo a las Islas Ballestas. Los lobos marinos ladraban tan fuerte que se sentía en el pecho, y había aves por todos lados—honestamente, nunca había visto tantas juntas. El aire salado me picaba un poco la nariz. Ya en tierra, nos tomamos fotos divertidas junto al agua antes de partir hacia Ica. El viaje fue largo (650 km en total ese día entre Lima, Paracas e Ica), pero el chofer puso canciones peruanas clásicas y nos contó sobre su marca favorita de pisco—le tenía mucha fe.
No esperaba enamorarme tanto de Huacachina. Es un oasis pequeñito rodeado de dunas que parecen de mentira hasta que estás ahí. Nos metimos en buggies para hacer sandboard—mi tabla se salió dos veces y todos nos reímos (yo incluida). Almorzamos junto a la laguna; probé un ceviche mucho más picante de lo que imaginaba. Más tarde visitamos una antigua hacienda de pisco donde nos dejaron probar de todo—mi español empeoraba con cada sorbo, pero a nadie le importó. El guía me molestó con mi pronunciación (“¡Pareces mi primo de Lima!”), lo cual estoy casi segura que no fue un cumplido.
El regreso fue más tranquilo—miraba el desierto pasar por las ventanas polvorientas mientras pensaba en los lobos marinos y en lo pequeño que se veía Huacachina desde arriba de las dunas. Hay algo en ver tantas caras de Perú en solo tres días que se queda contigo, ¿sabes?
Sí, la recogida en tu hotel en Lima está incluida en horarios programados.
El trayecto en vehículo privado dura aproximadamente 3 horas desde Lima hasta la bahía de Paracas.
Sí, todas las entradas están cubiertas dentro del paquete del tour.
Pasarás una noche en hotel en Lima y otra en Ica (Huacachina).
El desayuno en el hotel está incluido durante toda la estancia.
Hay asientos especiales para bebés; sin embargo, algunas actividades pueden no ser aptas para niños pequeños o personas con problemas de salud.
Harás sandboard y paseos en buggy por las dunas cerca de la laguna del oasis.
Sí, hay una parada en una de las bodegas más antiguas de Perú para degustar vino y pisco en Ica.
Tu experiencia incluye transporte regulado durante todo el recorrido entre Lima, Paracas e Ica; alojamiento por dos noches (una en Lima y otra en Huacachina); visitas guiadas con un experto local; desayuno en ambos hoteles; todas las entradas; traslados aeropuerto-hotel-aeropuerto; además de degustaciones de vino y pisco en la histórica ruta del pisco antes de regresar a Lima.
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