Recorre el artístico barrio de Barranco, camina en silencio por las catacumbas del Monasterio de San Francisco, prueba platos locales en Miraflores con vistas al Pacífico y degusta frutas exóticas en el mercado de Surquillo — todo con recogida en hotel y guía local para que no te pierdas lo esencial.
No esperaba que lo primero que notara al llegar a Lima fuera el olor — una mezcla de brisa marina y comida callejera mientras avanzábamos por Chorrillos hasta Morro Solar. Nuestra guía, Lucía, señalaba la ciudad desde arriba, con sus techos crema y azul difuminado. Allí había un señor vendiendo bolsitas de cancha (esos maíces crocantes) en el mirador — compré unas solo porque me sonrió. El viento allá arriba es cortante, pero no frío; te despierta para lo que viene.
Después nos metimos en Barranco, que Lucía llamó “el alma de Lima”. Nos contó historias de poetas y pintores que solían recorrer estas calles — aún no sé si se inventó la mitad. Los murales son una locura; colores por todos lados, hasta en la parte de abajo de los balcones. En el Puente de los Suspiros, parejas se tomaban selfies y un chico tocaba una guitarra vieja. Alguien había escrito un poema con tiza en la pared. Intenté leerlo en voz alta, pero arruiné el español tanto que Lucía solo se rió y dijo que tenía “espíritu”.
El centro histórico se sentía más denso. Los edificios blancos de la Plaza San Martín parecían demasiado limpios frente al ruido del tráfico y los cláxones. Jirón de la Unión está lleno de movimiento — música que venía de algún lugar sobre una panadería, niños entre la gente que vendía churros. Entramos al Monasterio de San Francisco para ver las catacumbas (esa palabra clave que se me olvidó hasta ese momento), y la verdad me dio escalofríos: aire frío, huesos apilados como una especie de arte extraño de siglos atrás. Es curioso cómo allá abajo la gente se vuelve silenciosa.
El almuerzo en Miraflores fue sencillo pero rico — arroz con pollo y una bebida de maíz morado que nunca logro pronunciar bien (¿chicha morada?). Luego nos sentamos en el Parque del Amor, viendo a los surfistas muy abajo en el Pacífico gris-verde mientras los gatos paseaban por el Parque Kennedy como si fueran los dueños. La parada en el mercado de Surquillo fue un estallido de olores: mangos, pescado fresco, algo terroso que no pude identificar. Una señora me dio un trozo de lúcuma para probar; sabía como caramelo, pero no del todo.
No dejo de pensar en cuánto cabe Lima en un solo día cuando alguien más se encarga de todo — las entradas para las catacumbas listas, el almuerzo organizado antes de que tuviera hambre, Lucía respondiendo cada pregunta (incluso las que repetí). No fue perfecto; el tráfico es una locura y a veces no escuchas todo entre bocinas y risas al mismo tiempo. Pero, ¿sabes qué? Eso fue lo que lo hizo sentir auténtico.
El tour dura alrededor de 8 horas en total.
Sí, incluye almuerzo en un restaurante local durante la excursión.
Visitarás Chorrillos (Morro Solar), Barranco, Miraflores, el mercado de Surquillo y el Centro Histórico de Lima.
Sí, las entradas al Monasterio de San Francisco y sus catacumbas están incluidas.
Sí, se ofrece recogida en el hotel para tu comodidad.
El tour es apto para todos los niveles de condición física; los bebés deben ir en el regazo de un adulto.
Usa ropa y calzado cómodo; se recomienda llevar agua.
Sí, explorarás sitios coloniales antiguos y barrios modernos y vibrantes como Miraflores.
Tu día incluye recogida en hotel en vehículo con aire acondicionado y agua embotellada durante el recorrido. Todas las entradas, incluyendo acceso a las catacumbas del Monasterio de San Francisco, están cubiertas. El almuerzo se sirve en un restaurante local en Miraflores antes de continuar por mercados coloridos y parques, guiado por un experto que te acompaña en cada paso.
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