Si quieres conocer los lugares más famosos y los rincones ocultos de Rotterdam sin perder detalle, este tour en bici es para ti. Escucharás historias reales de gente local, probarás delicias del mercado y pedalearás entre historia y vida urbana, con tiempo para preguntas o simplemente disfrutar el momento.
La luz del sol se reflejaba en el cristal de la Markthal mientras llegábamos, con las bicicletas vibrando sobre los adoquines. Nuestro guía, Pieter, nos hizo señas para entrar; sabía exactamente dónde pararse para ver mejor ese mural tan loco en el techo. El aire olía a pan recién hecho y especias de la panadería turca que está en la esquina. Aproveché para probar un stroopwafel antes de seguir pedaleando.
Frente a Rotterdam Centraal, no pasa desapercibido lo moderno que es todo: las formas angulosas de la estación parecen una nave espacial aterrizada en medio de la ciudad. Pieter nos contó que los locales la llaman “el Kapsalon” (como el snack nocturno) por su forma. Paramos un momento a ver los tranvías pasar y a la gente moverse en bici — aquí, todos usan la bicicleta.
La antigua iglesia Sint Laurenskerk se mantiene en silencio entre tanto cristal y acero moderno. Por dentro, está fresca y con eco; casi puedes imaginar los pasos de siglos sobre el suelo de piedra. Pieter nos contó una historia sobre Erasmus —sí, ese Erasmus— que creció justo por aquí. Nunca me imaginé cuánta historia se esconde detrás del skyline atrevido de Rotterdam.
Nos metimos por callejones estrechos hasta llegar a las Casas Cubo. De cerca, son aún más raras que en las fotos — parecen dados amarillos apilados en ángulos imposibles. Cerca, un músico callejero tocaba el acordeón; tenía la funda abierta para monedas y llena de postales que mostraban Rotterdam antes de la Segunda Guerra Mundial.
Una parada rápida en un café pequeñito junto al río Maas nos regaló un café fuerte (o una cerveza fría, si preferías). Los locales charlaban sobre el último partido del Feyenoord mientras recuperábamos el aliento y mirábamos los barcos deslizarse bajo el Erasmusbrug — “El Cisne”, como le llaman por su forma. El puente brillaba blanco bajo un cielo que amenazaba lluvia pero nunca llegó.
¡Claro! El ritmo es tranquilo y nuestro guía se asegura de que todos se sientan cómodos, incluso si hace años que no montas en bici.
No te preocupes, salimos con lluvia o sol. Lleva una chaqueta ligera por si acaso; adaptaremos las paradas para que estés lo más seco posible.
¡Sí! Contamos con asientos especiales para bebés, así los más pequeños pueden venir seguros.
Incluye alquiler de bicicleta y guía local experto. Además, te daremos consejos exclusivos sobre dónde comer, comprar o salir después del paseo.
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