Si quieres descubrir Brujas a tu manera —con tiempo para probar chocolates, hacer un paseo en barco o perderte por sus calles medievales— este traslado privado es ideal. Tú marcas el ritmo y eliges qué ver, sin preocuparte por trenes o horarios.
Salimos de Ámsterdam justo cuando amanecía; nuestro conductor estaba puntual, esperándonos frente al hotel con una botella de agua y una sonrisa amable. El viaje hasta Brujas duró unas tres horas, pero se pasó rápido gracias a los asientos cómodos y el WiFi gratis en la furgoneta. Incluso aproveché para sacar algunas fotos del paisaje holandés mientras disfrutaba mi café.
Al llegar a Brujas, parecía que habíamos entrado en otro mundo. Calles empedradas, casas de ladrillo antiguo y ese aroma a gofres que flotaba desde un carrito cerca de la plaza Markt. Nuestro conductor señaló el Belfort enseguida, imposible no verlo, dominando todo el paisaje. Decidimos subir sus 366 escalones y, ya arriba, recuperamos el aliento mientras las campanas de la iglesia sonaban abajo. La vista sobre los tejados valió cada paso.
Luego nos perdimos por callejuelas estrechas rumbo a la Basílica de la Santa Sangre. Está escondida en la plaza Burg, fácil de pasar por alto si no la buscas. Dentro, reina un silencio especial y las velas parpadean por todos lados. Había leído su historia antes, pero verla en persona le da otro significado.
Almorzamos en un pequeño café llamado De Stove (recomendado por la guía), donde probamos un guiso local con papas fritas, sencillo pero delicioso. Más tarde, paseamos por tiendas de encaje y entramos en una chocolatería para probar unos bombones (el dueño nos dejó degustar algunos). Si te gusta la cerveza, no te pierdas el Museo de la Cerveza de Brujas, justo en Breidelstraat, donde puedes catar varias variedades en su sala de degustación.
El Beguinaje transmitía una paz increíble: edificios encalados alrededor de un patio tranquilo con patos paseando. Cerramos el día con un paseo en barco por los canales; el agua estaba tranquila y la ciudad se ve desde otro ángulo, mucho más íntimo. Antes de volver a Ámsterdam, compré unos gofres aún calientes en una bolsa de papel para el camino.
El viaje completo dura hasta 11 horas incluyendo el traslado; tendrás varias horas para disfrutar Brujas según el tráfico.
Es una experiencia autoguiada: tú decides qué visitar en Brujas. El conductor puede darte recomendaciones, pero no te acompañará dentro de las atracciones.
¡Claro! Los bebés pueden ir en cochecito o sentados en el regazo de un adulto durante el traslado.
Tú eliges qué sitios o actividades quieres hacer; solo avisa a tu conductor al llegar a Brujas para que te ayude a organizarlo.
Tu traslado privado de ida y vuelta incluye recogida y regreso al hotel en Ámsterdam, agua embotellada a bordo, WiFi gratis durante el trayecto y mucha flexibilidad una vez en Brujas. El conductor te dará consejos locales, pero tú exploras a tu ritmo —perfecto para familias o grupos pequeños que buscan libertad sin complicaciones.
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