Deslízate por los canales de Ámsterdam de noche con una copa en mano, prueba quesos y dulces típicos, escucha historias de un guía local y contempla las luces reflejadas en el agua. Risas, calor humano aunque llueva y detalles que recordarás mucho después de bajar del barco.
No esperaba que Ámsterdam se sintiera tan diferente después del anochecer. Quedamos justo frente al Rijksmuseum — que parecía casi demasiado majestuoso para ser real con esa luz azul del crepúsculo — y luego subimos (un poco torpemente, lo admito) a este viejo barco eléctrico. Nuestro guía, Martijn, nos recibió como si fuéramos viejos amigos, y de alguna manera logró servir vino mientras maniobraba en la primera curva estrecha. El agua del canal estaba tranquila y olía a frío, pero el barco se sentía acogedor con todos abrigados.
La ciudad cambia de noche. Puentes iluminados en fila, reflejos por todos lados. Martijn nos señaló el Magere Brug (que llamó el Puente Delgado), contándonos su historia — al parecer, si te besas ahí, tu amor dura para siempre. No sé si será cierto, pero vi a una pareja intentarlo. Pasamos junto a las casas flotantes en Prinsengracht; alguien saludó desde su ventana, y me hizo reír sin razón, simplemente porque era muy... Ámsterdam. La palabra clave aquí es paseo nocturno en barco por los canales de Ámsterdam — pero en realidad es más sobre dejarte llevar mientras la ciudad brilla a tu alrededor.
Probamos queso holandés (cremoso y más intenso de lo que esperaba), galletitas y algo llamado salchicha seca que combinaba raro pero bien con la cerveza. Hubo un momento en que Martijn contó una historia de su infancia cerca de ahí — su acento se hizo más fuerte al hablar de la calle donde creció. Llovió unos cinco minutos; a nadie le importó porque el techo se cerró y seguimos navegando, pasando por lugares como Leidseplein y Spiegelkwartier donde la música se escuchaba flotando sobre el agua. Todavía recuerdo esa vista del río Amstel bajo todas esas luces.
Después de hora y media volvimos cerca de donde empezamos. Nadie tenía prisa por bajarse — quizás era el vino o esa sensación que da ver un lugar desde otra perspectiva. Si buscas un paseo nocturno en barco por los canales de Ámsterdam (sin fiesta, Martijn lo dejó claro), este es el indicado.
El paseo sale justo frente al Rijksmuseum, en el centro de Ámsterdam.
Sí, incluyen variedad de bebidas: cerveza, vino, refrescos, además de queso y snacks holandeses.
No, no hay baño en el barco, es mejor planificarlo antes de subir.
Si llueve o hace frío, usan un barco clásico cubierto o con calefacción para que todos estén cómodos.
El paseo nocturno dura aproximadamente una hora y media desde el inicio hasta el final.
Los bebés pueden ir en brazos o cochecito; los guías ayudan con los escalones, pero se necesita cierta movilidad.
Tu noche incluye recogida en el muelle cerca del Rijksmuseum, un paseo de hora y media en barco eléctrico por los famosos canales de Ámsterdam con un guía local que conduce y cuenta historias, además de bebidas ilimitadas — cerveza, vino o refrescos — y muchas tapas holandesas como queso, salchicha seca, galletas y dulces para picar mientras navegas junto a puentes iluminados y barrios históricos antes de regresar al punto de partida.
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